Cambiar estrategias de seguridad porque no están dando resultados, pide Conferencia Episcopal

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Tegucigalpa.- Ante la ola de violencia y criminalidad que abate el país la Conferencia Episcopal pide a las autoridades competentes reconsiderar «y si es necesario, cambiar las estrategias de seguridad en el país. Porque una cosa es clara: «no están dando los resultados esperados”.

Así de claro fue el mensaje de la Conferencia Episcopal que en una comparecencia anotó que la iglesia católica vive una profunda tristeza ante el profundo dolor que viven tantas familias a causa de la pérdida de sus seres queridos, y de todos los que se sienten amenazados.

La iglesia lamentó la ola de violencia que se ha intensificado y recrudecido en los últimos días.

Por esta razón, nos pronunciamos enérgicamente contra todo tipo de violencia y de alteración del orden social (…), al pensar en tantos muertos, no se trata únicamente de cifras son vidas humanas, y muchas de ellas son niños de muy corta edad. La espiral de violencia que estamos sufriendo es el resultado de años de injusticia, de corrupción sistemática y de la indiferencia con la que se han visto las raíces del problema”.

Asimismo, la iglesia recalcó que la violencia recrudece la pobreza extrema y anula las esperanzas de encontrar una solución duradera.

Adiciona que es una realidad que afecta a todos; por ello, nadie puede quedarse indiferente, ya que cada familia y cada ciudadano necesitan y, más aún, tienen derecho a vivir en paz.

La iglesia recuerda que hoy más que nunca los hondureños “necesitamos estar unidos”.

Recordaron que hay que prestar atención al consejo del Papa Francisco, que nos ha exhortado a dirigir nuestra mirada a la Santísima Virgen de Suyapa, Madre de Honduras, suplicándole que ayude a los corazones a abrirse a la reconciliación y dar lugar a la convivencia fraterna, en todos los espacios de la vida social, incluso dentro de las cárceles.

Finalmente, la Conferencia Episcopal recordó que como pastores de la Iglesia, sentimos el sufrimiento, el dolor y la angustia, el miedo y la frustración de nuestro rebaño, al tiempo que piden a todos, que no cansarse de hacer el bien y mantener viva la esperanza cristiana y orar sin desfallecer.