Un río y los humanos, las peores amenazas para el parque arqueológico maya en Honduras

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Copán Ruinas (Honduras).- El río Copán y el ser humano son las principales amenazas que tiene el sitio arqueológico maya de Copán Ruinas, en el oeste de Honduras, según el arqueólogo Ricardo Agurcia, quien en 1989 descubrió el templo Rosalila.

En entrevista con EFE en Copán Ruinas, donde este martes finaliza el «Congreso Arqueológico 2023», que ha reunido a expertos nacionales y extranjeros, Agurcia, hondureño, dijo que «el río Copán es la principal amenaza para el sitio arqueológico porque se ha convertido en un ente tremendamente inestable».

Los humanos, el ente más dañino que podría tener Copán

«Ha azolvado (obstruido) la base, el río está más alto que antes y, por ende, amenaza más al sitio. Esto es producto de la deforestación y destrucción del medio ambiente. Tenemos que trabajar arduamente en restaurar la zona arqueológica y el ambiente que rodea el sitio, proteger las cuencas, aprender mejores técnicas del uso de los suelos en la cuenca del río Copán», subrayó.

Agurcia afirmó que los humanos son «el ente más dañino» que puede tener Copán, en el sentido de la destrucción del medio ambiente.

«En términos de impacto sobre la zona arqueológica, Copán está subutilizada, tenemos capacidad de duplicar o triplicar la cantidad de visitantes siempre y cuando se desarrollen los lineamientos para que el daño sea mínimo, se proteja dónde están visitando, qué están tocando, qué no deben tocar», expresó el profesional.

En el extremo este del parque de Copán Ruinas es visible un «corte arqueológico», denominado así a un talud casi vertical producido por la acción erosiva del río Copán hace más de 50 años.

Rosalila requiere de muchísimo cuidado y amor  

Del templo Rosalila que descubrió en la Acrópolis de Copán, Agurcia dijo que se han «enfocado mucho en investigar su significado, su historia, colocarla dentro de las diferentes etapas de los reyes de Copán».

Más importante es la preocupación por la conservación y el cuidado del hermoso templo Rosalila, ya que se trata de una joya que no puede ser reemplazada y por la que hay que velar.

A Rosalila hay que «tenerle muchísimo cuidado y mucho amor para que las futuras generaciones de hondureños logren apreciarla y puedan seguir sintiéndose orgullosos de este patrimonio», expresó Agurcia, quien lleva medio siglo de investigaciones sobre los mayas.

«Rosalila nos ha dejado un legado extraordinario, es un templo que -los mayas- dejaron expuesto y en el cual realizaron ceremonias venerando al fundador de la dinastía por quizás 200 años, fue un sitio de veneración importante que no lo enterraron y destruyeron como otros», subrayó.

El templo, del que figura una réplica al tamaño natural en el Museo del parque arqueológico de Copán Ruinas, ha dejado plasmado no solo la información sobre las creencias de los mayas, sus ritos y su religión, sino también sobre su arte y arquitectura, que son sumamente importantes para conocer los monumentos de Copán, por lo que es un deber y obligación que tienen los hondureños de cuidarlos.

Agurcia recordó que hasta el momento de descubrir Rosalila, creía o sospechaba que había segundos pisos en muchos de los edificios, pero con Rosalila «comprobamos que no solo hay un segundo, sino un tercer piso encima de muchas de estas construcciones», que «eran más grandes y elaboradas de lo que vemos a simple vista».

Dijo además que lo interesante sobre el descubrimiento y el estudio de Rosalila, es que no solo se tienen recursos arqueológicos profesionalmente hablando, sino lo increíble que son los avances de la tecnología y la ciencia, que van permitiendo estudiar el mismo objeto de diferentes formas.

«De manera que el estudio y la ciencia nos permiten avanzar mucho a través del tiempo con los adelantos tecnológicos y con la misma riqueza arqueológica. Copán es un sitio muy grande, su belleza es incomparable, su arte, su tallado, el templo como Rosalila nos va a permitir destacarnos para hoy, para siempre», recalcó Agurcia.

Para estudiosos de la antigua civilización, que se extendió desde el sur de México, Belice, Guatemala, Honduras y El Salvador, como la doctora Cameron McNeil, «Copán es la París del mundo maya». EFE