Tegucigalpa.- Monseñor José Antonio Nácher, arzobispo de Tegucigalpa, dijo en la homilía dominical celebrada en la Catedral San Miguel Arcángel, de Tegucigalpa, dijo que nos debe mover la fe y el amor para encontrar la esperanza.
Ejemplificó el caso, según la Biblia, el caso de una mujer cananea que con tanta insistencia destacó dos cosas: el amor a su hija y la fe en Jesucristo.
«Cuando la fe y el amor se encuentran nace la esperanza, ¿qué necesitamos para tener esperanza?: fe y amor. Y eso lo aplicamos en todos los niveles, desde nuestro corazón hasta los más amplios círculos», apuntó el arzobispo.
Y en su mensaje cuestionó: ¿cómo es posible que un maestro israelita y una mujer pagana se encuentren?.
Y respondió: «ambos tuvieron que salir de si mismos y sus inseguridades para encontrarse. La mujer buscó a Jesús y no es menos cierto, que Jesús aunque aparenta ignorarla había ido en su busca», dijo.
Dios no nos olvida
Monseñor Nácher expresó que Jesús a nadie olvida, que a todos espera. «Jesús se pone a nuestro alcance si nosotros salimos de nosotros mismos», comentó.
El encuentro con otro señaló que exige salir de uno mismo al espacio común de la fraternaidad.
«Es llamativo que la mujer no dice: ten misoricordia de su hija, sino que dice ten misericordia de mí. ¿Por qué?, porque la expresión que la misma mujer dice es que su hija está poseída», refirió.
Significa que la reladción entre ella y su hija se ha roto, su hia no la reconoce ni llama como madre.
Pero sigue sufriendo y lo sabe la madre, que aún en el rechazo la sigue amando. De igual manera en el rechazo de Jesús sigue creyendo en él.
Fe y amor
Cuando la fe y el amor son fuertes, no dependen de la moda, de la bonanza, porque tienen una raíz más profunda.
«Viendo tanta relaciones de familias rotas sigamos gritando: hijo de David, ten compasión de nosotros, de nuestras familias», pidió monseñor Nácher.
Las familias dice que se llaman Iglesia domestica por que al menos en algunas de ellas se ora, se ama, se perdona.
«Oración, amor y perdón. Podemos llamar a la Iglesia misionera. Para muchos es donde se muestra lo que es creer, querer y esperar y todos tenemos derecho a ser reconocidos, amados y esperados», apuntó.
La comunidad cristiana y otras instituicones aun sin suplantar a la familia, están llamadas dijo, a verlar para que a ninguna persona le falte lo necesario.
«Una persona que ora allí está Jesús, y donde está Jesús está la presencia divina de su amor. Por eso, quien ora con fe, se convierte en un pequeño templo del amor de Dios.
Si mi casa es casa de oración, en ella se abre la puerta a la salvación pronunció en la Homilía dominical el religioso.
«Lo que nos nutre no son las migajas que caen, sino el pan del cielo que está sobre el altar. A esta mesa santa aún sin merecerlo estamos invitados hoy por la fe y el amor», concluyó.
Monseñor José Antonio Nácher finalizó su mensaje diciendo que solo la fe nos permite reconocer a Jesús en la eucarística y es en el amor que nos permite encocntrarlo en los más necesitados.