Tegucigalpa.- El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, cumple este miércoles 17 años consecutivos en el poder, los últimos 7 con su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta, en el país menos democrático de Centroamérica y donde las críticas o disidencias son respondidas con severas medidas que incluso suponen cárcel, destierro o privación de nacionalidad, según han denunciado organismos de defensa de los derechos humanos.
El régimen de Ortega «es hoy en día la dictadura mas sanguinaria de las Américas», dijo a EFE el nicaragüense Javier Meléndez, un fuerte crítico del Ejecutivo sandinista y a quien las autoridades despojaron de su nacionalidad.
Meléndez, especialista en temas de defensa y seguridad y director del organismo de investigación Expediente Abierto, valoró que «la crisis iniciada en 2018 dejó meridianamente claro que el plan de Ortega y su clan era instaurar una dinastía familiar en complicidad con el gran capital y élites políticas parásitas».
«Y sin dudas ese sigue siendo el proyecto. Todos sabemos que su aspiración es que (su esposa) Rosario Murillo y su hijo Laureano Ortega continúen en el poder a como sea», comentó el opositor desnacionalizado, que reside en EE.UU.
En febrero pasado, el mandatario sandinista propuso reformar la Constitución para nombrar a su esposa como «copresidenta de la República», aunque hasta ahora no ha enviado ninguna iniciativa en ese sentido a la Asamblea Nacional (Parlamento), donde el oficialismo tiene amplia mayoría.
En tanto Laureano Ortega, asesor presidencial para Inversiones, Comercio y Cooperación Internacional, ha sido delegado por su padre como el encargado de las relaciones de Nicaragua con China y Rusia, que junto a Cuba, Irán y Venezuela, son sus principales aliados políticos.
Para Meléndez, se trata de un caso notable en la historia moderna de América Latina, «porque en todo el siglo XX y lo que llevamos del siglo XXI no existe, además de Nicaragua, un solo caso en que dos familias (Ortega y Murillo) quisieran imponer a como fuera sus dinastías familiares. Esto ha sido una tragedia para el pueblo nicaraguense». EFE