A ser humildes y sencillos llamó Monseñor José Vicente Nácher en la homilía dominical

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Tegucigalpa.- Monseñor José Vicente Nácher, arzobispo de Tegucigalpa, en la homilía dominical de este domingo 9 de julio de 2023, en la catedral metropolitana San Miguel Arcángel, resaltó que Jesús dijo: «Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy sencillo y humilde de corazón».

Así inicio la homilía domical en la que aseguró que lo que pesa no es la carga, la carga es la ley del amor y que lo que pesa es llevarla solos, sin sentido.

«Es un mandato de Dios y por tanto, Dios forma parte no solo de la carga, sino de nosotros, de manera que esa ley del amor forme parte de nosotros», señaló.

Monseñor Nácher dijo que es diferente llevar un peso externo que un cuerpo que crece, se desarrolla y fortalece y muere por sí mismo. Así es la ley del amor.

«Por eso no es una carga externa, pesada, sino que en Cristo cambia», refirió.

Humildad y sencillez

Jesús aseguró que no solo se nos revela como es él, sencillo y humilde, sino que además, nos descubre nuestra reaidad muchas veces equivocada.

«La carta a los Romanos, en ella Pablo nos advierte: si vivimos conforme a los apetitos desordenados moriremos, en cambio, si mediante el espíritu damos muerte a las obras del cuerpo, viviremos».

En otras palabras, la soberbia y la dobles que la quiere esconder son realmente nuetro peligro ya que el pecador soberbio que no reconoce su pecado, no descansa, sufre por culpa de su soberbia, teme ser descubierto, teme conocerse a sí mismo.

«El ser humano que triste cuando tiene temor de conocerse a si mismo y por lo tanto, de reconocerse», expresó.

¿Qué es lo contrario a esa dobles?, preguntó el religioso y respondió: la sencillez, la transparencia.

«Una sola cara. Una cara, un rostro verdadero y eso ayuda porque así el médico del alma que es Dios. Puede diagnosticarnos el camino a seguir».

En la homilía dominical dijo que cuando tratamos de ocultarle a Dios quién somos de verdad, lo que ocurre es que no lo engañamos a él, sino que acabamos creyendo nuestra propia mentira.

«Por eso la verdad es tan importante, al principio nos da miedo, pero es nuestra redención».

La humildad nos protege de nosotros mismos, la sencillez de los demás. La humildad en su sano realismo, derrota nuestro falso yo, recalcó.

«Cuando somos realistas no dejamos que nuestro falso yo, que nuestra vanagloria y soberbia nos engañe», apuntó.

Nácher llamó a ser humildes, porque es la manera de protegernos de nosotros mismos.

«Y la sencillez, la transparencia cuando deja pasar a través nuestro la luz de la verdad, no esconde nada, vence la ambición desordenada de los otros».

Un don de Dios

Si en los otros hay ambición y nos quieren hacer daño, con nuestra sencillez ese daño queda derrotado, dijo el jerarca católico.

«Humildad y sencillez no solo son categorías morales, sino también teológicas, no se alcanzan por propios méritos, sino que son un don de Dios», señaló.

Dijo que no son tanto una forma hábil de actuar, sino la sencillez y humildad son una descripción del corazón de Dios, Jesucristo, hecho hombre, no cambia, es el mismo.