Square, donde todos los asistentes deberán mostrar una prueba de vacuna aunque ello suponga controlar a un millón de personas, aseguró su alcalde, Bill de Blasio, quien se despide del cargo precisamente el 31 de diciembre.
De Blasio se expresaba en una entrevista con la cadena CNN en sus últimos días de mandato, centrada exclusivamente en las medidas de combate al COVID-19, en un momento en el que los casos positivos están subiendo a gran velocidad en la ciudad: si hace un mes el porcentaje de positividad era de 3.8 por ciento, subió a 4.87 por ciento dos semanas después y ayer ya había llegado al 6.58 por ciento.
La preocupación de los neoyorquinos es evidente, y las colas para someterse a tests de PCR son en los últimos días larguísimas en todos los puestos móviles diseminados por la ciudad, lo que ha ocasionado que los resultados de estas pruebas se entreguen con mucho más retraso, hasta de 40 horas, en lugar de las 6 horas que tardaban hace solo dos semanas.
En muchas farmacias, ayer se agotaron los autotests rápidos.
La ciudad mantiene abiertos todos los espacios cerrados como cines y teatros, gimnasios, el transporte público, iglesias, restaurantes, con obligación de mostrar una prueba de vacuna, y desde el pasado lunes es obligatoria también la mascarilla en todos estos lugares, so pena de multas de hasta mil dólares.
El alcalde cree que hay todavía espacio para imponer el cubrebocas en pequeños comercios o en barberías, todo con tal de mantener la actividad comercial: “Los clientes saben que están seguros. Los empleados lo saben, y los negocios están en auge”, dijo en la entrevista.
Sin embargo, insistió en que la vacuna, mucho más que el cubrebocas, es la protección más efectiva contra el virus, y se congratuló del hecho de que la tasa de vacunación en Nueva York, que estaba en el 60% en agosto, haya subido hasta el 90%, “porque la obligatoriedad funciona”, explicó.