Tegucigalpa.- En el marco del Viernes Santo, las calles de las principales ciudades de Honduras se visten de recogimiento y devoción con el inicio de la procesión del Viacrucis, una tradición arraigada que rememora los momentos cruciales en la vida de Jesús de Nazaret.
Desde la imponente Catedral San Pedro Apóstol de San Pedro Sula hasta la majestuosa Basílica Menor de Nuestra Señora de Suyapa en la capital, miles de fieles se congregan para acompañar este peregrinaje espiritual.
El obispo de la diócesis de San Pedro Sula, monseñor Miguel Lenihan, destacó la importancia de este acto de fe como un momento para reflexionar sobre el amor al prójimo y la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
En sus palabras, la Semana Santa no solo es un recordatorio de los sufrimientos de Cristo, sino también una oportunidad para cultivar la compasión y el servicio hacia los demás.
En distintas localidades del país, como en el pintoresco municipio de Roatán en las Islas de la Bahía, la procesión del Viacrucis ha congregado a multitudes desde las primeras horas de la mañana, demostrando la profunda devoción de la población hondureña.
En esta jornada de reflexión y meditación, los fieles recuerdan el sacrificio de Jesús en su camino hacia el Calvario, buscando fortalecer su vínculo espiritual y renovar su compromiso con los valores cristianos de amor, compasión y solidaridad.
La procesión del Viacrucis no solo es un acto de fe, sino también una oportunidad para buscar la reconciliación interior y el encuentro con lo divino en medio de los desafíos y tribulaciones de la vida cotidiana.
