El cardenal Rodríguez pide a los hondureños librarse de la vanidad y volver a lo esencial, en el inicio de la Cuaresma

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Tegucigalpa.- El cardenal Óscar Andrés Rodríguez, pidió a los feligreses en el inicio del tiempo de Cuaresma, librarse de la vanidad y el egoísmo, recordó que el poder se acaba y que nunca es tarde para acercarse a Dios para vivir por muy difícil que sea, bajo el ejemplo de su hijo Jesucristo.

El líder religioso presidió la solemne eucaristía del Miércoles de Ceniza en la Basílica Menor Nuestra Señora de Suyapa, en la capital hondureña, donde en su homilía manifestó que hoy inicia el camino cuaresmal, tiempo apto  para reflexionar, ayunar y orar.

“La iglesia está llamada a ponerse en camino, para celebrar la pascua con un corazón renovado, en una iglesia sinodal, con la cuaresma se abre con un sonido fuerte de una trompeta que no acaricia los oídos, sino que anuncia un ayuno y busca darle una pausa a nuestra vida”, indicó.

Seguidamente mencionó que además, este día (Miércoles de Cenizas) es oportuno llamar para que la población camine hacia lo esencial, con ayuno de todo lo que es superfluo y que solo distrae.  Al tiempo que pidió acompañar la oración solicitada por el Santo Padre, Papa Francisco, por la paz en Ucrania.

Añadió que el anuncio de la cuaresma con el fuerte sonido de una trompeta, es como un despertador que hace eco de la voz del profeta Joel, que emite un mensaje breve pero apremiante, porque pide convertirse, ya que este tiempo es donde se llama a redescubrir la ruta de la vida.

Además pidió no dedicarse a buscar únicamente bienes materiales o simplemente el bienestar “ya que no se viene al mundo solo a ello, por eso es que Dios nos pide convertirnos a él, porque es la única meta de peregrinación en el mundo entero, sin olvidar que la ruta se traza en relación con él”.

Rodríguez sostuvo que “la ceniza que recibiremos este miércoles, es para decirnos con delicadeza y sinceridad,  que de tantas cosas que tiene la mente, de esas que preocupan y por las que se corre cada día, no tienen sentido, porque al final nada de eso quedará, por mucho que se afanen, ninguna riqueza se llevarán, porque las realidades de la tierra se desvaneces”.

Finalizo diciendo que la cuaresma es un tiempo de gracia para liberar el corazón de las vanidades, es hora de recuperarnos de muchas adicciones que nos seducen, pero que nunca es tarde para centrar la mirada en las cosas que permanecen y no en las pasajeras.