Tegucigalpa. Como si de una telenovela política se tratara, la diputada y vicepresidenta del Congreso Nacional (CN), Isis Cuéllar, ha vuelto al centro del escándalo. No fue por una iniciativa legislativa relevante ni por una rendición de cuentas ejemplar, sino por una nueva filtración de conversaciones privadas que desnudan su desesperación, su victimismo y su negativa sistemática a explicar, con documentos en mano, qué pasó con los fondos públicos de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol ).

Las capturas de la conversación de WhatsApp de Cuellar con sus allegados circulan ampliamente en diferentes redes sociales, y las mismas revelan, por primera vez, el posicionamiento de Cuéllar —aunque sea en privado— sobre el escándalo de presunta corrupción en el que está involucrada. Hasta ahora, la diputada había guardado silencio absoluto de forma pública, esquivando a medios y sin ofrecer una sola declaración institucional o técnica.
En los mensajes enviados a un grupo con sus aliados políticos, Cuéllar no asume responsabilidades ni presenta pruebas de transparencia, sino que opta por dramatizar: “Bárbaras y bárbaros, mejor me hubieran mandado a matar y no llevarse de encuentro al partido que dicen amar”. El nivel de histrionismo no pasó desapercibido.
Más allá de la frase que parece sacada de una tragedia griega, Cuéllar descargó su frustración contra sus propios compañeros de partido, a quienes responsabiliza del escándalo mediático: “Si ciertas personas no se hubieran dedicado a andar poniéndonos en mal, nada de esto hubiese llegado tan lejos”. Según ella, el problema no son los fondos ni la opacidad, sino el chambre entre correligionarios.
Y como si eso no bastara, la diputada añadió otra joya: “Son más de 70 diputados ejecutando su fondo así y solo conmigo se ensañaron. ¿Ven? Todo fue por odio, celo político hacia mí”. Una confesión involuntaria que sugiere que el uso discrecional y sin fiscalización de fondos públicos es una práctica común… pero que, en su caso, se convirtió en linchamiento selectivo. O, como ella lo plantea, en una venganza personal.
En su intento por defenderse, Cuéllar lanza una afirmación que más que despejar dudas, genera nuevas: “No hay ninguna ilegalidad, todo fue entregado a cada beneficiario, punto. Y si hay problemas, son de la forma como se hace el proceso, pero jamás porque nos robamos un cinco”. A falta de auditorías, la diputada pretende que sus palabras basten como prueba.
La diputada no solo se victimizó, también culpó al “chambre” y al “chisme”, que según ella son más destructivos que el manejo opaco de fondos públicos. “Yo por eso detesto, odio el chambre. Eso destruye”, escribió. Lástima que lo que está en juego no es un malentendido de pasillo, sino dinero del pueblo.

Y en medio del colapso reputacional, sus aliados —con nombres, números y todo— le juran amor político eterno. “Estamos firmes con usted”, “nuestra lealtad es con usted”, “usted con Dios”, le dicen sin pedir explicaciones ni rendición de cuentas. En ese chat, la fidelidad importa más que la transparencia.
Para cerrar con broche de oro, Cuéllar pidió que se viralizara un video en TikTok: “Viralicemos, les pido publiquemos esto en nuestros estados”, escribió. En vez de usar los canales institucionales para dar la cara al país, eligió las redes para limpiar su imagen a golpe de “me gusta”.
La diputada podrá insistir en que todo se trata de una campaña de celos internos, pero mientras no haya rendición de cuentas con documentación verificable, las frases dramáticas y los mensajes en chats no bastan. El pueblo exige algo más que lágrimas digitales: exige verdad, responsabilidad y respeto por los recursos públicos.
Hasta el momento ninguna fuente cercana a la diputada Cuellar se ha pronunciado sobre estas capturas de WhatsApp, por lo que Noticias 24/7 está presto a escuchar la versión de la parlamentaria y dar su debido derecho a replica cómo la ley lo establece.