Los vendedores de mariscos de Bahamas lamentan sus pérdidas a causa de la COVID-19

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Después de haber sufrido graves pérdidas a causa del huracán Dorian en septiembre pasado, los vendedores ahora se quejan de que más de 100.000 caracolas se han desperdiciado debido a las restricciones por la COVID-19, que han forzado al cierre de puntos de venta de alimentos populares. EFE

San Juan, 30 jul (EFE).- Los vendedores de mariscos del archipiélago atlántico de Bahamas, que tradicionalmente ganan cientos de miles de dólares por la comercialización anual de caracolas, lamentaron este jueves las pérdidas sufridas desde el inicio de la pandemia de la COVID-19 que les amenazan con la ruina.

Después de haber sufrido graves pérdidas a causa del huracán Dorian en septiembre pasado, los vendedores ahora se quejan de que más de 100.000 caracolas se han desperdiciado debido a las restricciones por la COVID-19, que han forzado al cierre de puntos de venta de alimentos populares.

Los vendedores del muelle Potter en Nassau, la capital de Bahamas en la isla de Nueva Providencia, han exhibido como protesta vídeos que muestran lo que sucede cuando las caracolas capturadas no se venden ni se congelan rápidamente.

Otras, agolpadas en viveros marinos, se convierten en víctimas de predadores marinos.

Dwight Bastian, propietario del puesto de caracolas Tall Boy, calcula unas pérdidas de alrededor de 10.000 dólares después de que más de miles de sus caracolas tuvieran que desecharse.

«Salí y traje unas 6.500 caracolas que recogí durante cuatro días», dijo, tras aclarar que 5.000 han muerto y el resto las vendió antes de que se ordenara cerrar los puestos de comercialización.

PRIMER MINISTRO ANUNCIA CIERRE DE RESTAURANTES

El primer ministro de Bahamas, Hubert Minnis, anunció el cierre de restaurantes en el muelle Potter el 20 de julio, lo que afecta directamente a estos vendedores.

La presidenta de la Asociación de Vendedores de Muelles de Bahamas, Wendy Constantine, escribió a Minnis el 23 de julio «rogándole» que revisara su decisión de cerrar las áreas.

«Solo cuatro vendedores tienen más de 8.000 caracolas vivas en el agua. Perder esa cantidad sería catastrófico. Estos vendedores no son dueños de botes que venden caracoles al por mayor», señaló en la carta.

Los vendedores de mariscos en todo el país lamentan consternados las regulaciones que clausuraron sus negocios desde el comienzo de la crisis, calificando el doble estándar al permitirse que otros restaurantes y puestos permanezcan abiertos.

Algunos señalan que las estaciones de la Policía están cerca de del cayo Arawak y el muelle Potter, lo que facilita que las fuerzas del orden hagan cumplir las reglas de distanciamiento social.

Maltese Davis, otra vendedora de la zona, dijo que recientemente perdió alrededor de 100 caracolas.

«Deberíamos ser compensados», señaló, tras apuntar que las caracolas han estado muriendo por miles, lo que supondrá su ruina económica.

APUNTAN QUE EXISTEN SOLUCIONES

Bastian indicó que existen soluciones fáciles que podrían garantizar que se sigan los protocolos de distanciamiento social, mientras que los vendedores puedan comercializar sus existencias.

«El Gobierno podría permitir que los vendedores tengan una ventana abierta desde la que podríamos atender a las personas mientras mantenemos la distancia social», sostuvo.

«La gente podría llamarnos, decirnos cuántas caracolas quieren y venir a recoger sus pedidos cuando les digamos que está listo», indicó.

«Tienen que comenzar a tomarnos en cuenta», lamentó Bastian.

Las autoridades sanitarias de Bahamas informaron este jueves de 484 casos de COVID-19 desde el inicio de la pandemia y 11 muertos.

Bahamas se ha convertido en las últimas semanas en el territorio de la región caribeña de pequeñas islas y del atlántico con el mayor crecimiento de casos, lo que forzó a las autoridades a prohibir los enlaces con Estados Unidos y volver a medidas restrictivas de movilidad para la población.