Iglesia católica exhorta a pasar del templo externo al interno en misa del III domingo de Cuaresma

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Tegucigalpa.- La Iglesia católica exhortó a la feligresía a pasar del templo externo al interno durante la misa correspondiente al tercer domingo de Cuaresma celebrada en la catedral San Miguel Arcángel en la capital.

En la misa dirigida por el arzobispo José Vicente Nácher Tatay, citó el evangelio de San Juan que “nos presenta a Jesús en Jerusalén, purificando el templo construido por manos humanas, y anunciando la resurrección del templo de su cuerpo”.

Todo un conjunto de mensajes que parecieran contradecirse, pero que en verdad deben conducirnos de uno a otro, hasta llegar hoy “al templo de su cuerpo sacramental”, manifestó.

El líder espiritual recordó que los judíos no entendían, porque seguían aferrados al “templo de piedra”, los discípulos, en cambio, ellos sí comprenden -en su vida comunitaria eucarística- qué significa “el templo de su cuerpo glorificado”.

Añadió que como discípulos, reunidos para celebrar la Misa Dominical, estamos invitados reflexionar sobre el significado sagrado del templo y llegar a su dimensión máxima. En otras palabras, hay que pasar del templo externo para entrar en el interno.

Fíjense que importante es el edificio para nosotros, que al templo le llamamos “iglesia”. “Vamos a la iglesia” decimos, y decimos bien, porque el lugar adquiere la sacramentalidad y el significado de quién allí se reúne en el nombre de Dios, explicó el arzobispo.

El fin es que el templo quede impregnado de quién lo habita y que nosotros -reunidos en el templo de piedra- seamos digna morada del Espíritu que nos habita. Que admirable relación: entramos en la iglesia-templo físico, para, estando allí entrar en el templo santo de Cristo, que es su cuerpo sagrado. Y no solo eso, entramos en el templo, para que el cuerpo de Cristo -templo eterno- entre en nosotros, predicó Nácher.

Finalmente, enseñó que Jesús inició su primera visita a Jerusalén entrando en el templo y sacando de él lo que no es propio de Dios. Saquemos de nosotros lo que no es digno de los cristianos, para que sea Jesús sacramentado quien entre en nosotros, y así con Él, vivamos juntos en el templo de su gloria.