La reciente amenaza de cerrar la Base Militar de Palmerola, que ha simbolizado no solo el trabajo conjunto en materia de seguridad, sino también el respaldo diplomático y económico de EE.UU, ha sacudido a la poblacion hondureña, por las repercusiones de los mecanismos de inteligencia y asistencia tecnica, y sin duda por la repercusiones que irían más allá del ámbito castrense. A primera vista, parece una respuesta directa a la publicación de la Lista Engel, en la que Washington señala a funcionarios hondureños por presunta corrupción. No obstante, detrás de esta controversia podría haber más que la simple defensa de los funcionarios y ex funcionarios, sino el fortalecimieto de lazos con el régimen de Nicolás Maduro y con China, lo que indica un giro ideológico que cuestiona la influencia estadounidense en la región.
En este contexto, surgen preguntas sobre si se está utilizando la coyuntura de la corrupción la lucha contra el narco trafico, el crimen organizado y las tensiones migratorias para negociar alianzas y salvaguardar intereses oscuros. Esto por un lado, la “defensa de la soberanía” parece justificar la posibilidad de cerrar Palmerola, pero también por otro lado podría servir para proteger a altos funcionarios con eventuales vínculos al narcotráfico o para asegurar un futuro político y personal ante la incertidumbre electoral. frente a ello : ¿hasta qué punto aceptará Estados Unidos este tipo de “amenaza”, arriesgando que la region quede bajo la influencia de potencias como China o de regímenes autoritarios asociados al crimen organizado?
La cooperación en seguridad es uno de los factores más críticos. La base de Palmerola ha sido un eje fundamental para la lucha contra el narcotráfico y el crimen transnacional, esfuerzos que se verían seriamente debilitados si se concreta la ruptura, lo que plantea otras peguntas: ¿Se usa la controversia por corrupción y la amenaza de deportaciones para apuntalar una agenda política que busque alianzas con el denominado “Socialismo del Siglo XXI”? Hasta ahora El gobierno ha mostrado acercamientos al régimen venezolano y a China, lo que apunta a una reorientación geopolítica, al anunciar un posible cierre de Palmerola, lo que se presenta como un golpe simbolico a la presencia de EE.UU en Centroamerica; ¿El cierre de Palmerola es un “chantaje”? La base de Palmerola es vital para la cooperación en seguridad y la lucha contra el crimen organizado.¿Permitiría Washington que Centroamérica quede bajo la influencia de gobiernos afines a Maduro, con redes criminales y prácticas autoritarias?, o ¿tomará contramedidas (sanciones, restricciones migratorias, recortes de ayuda) para mantener su influencia?
El ovillo politco del gobierno, hace una pregunta obligatoria¿Cuál es el su verdadero objetivo: proteger a altos funcionarios señalados o asegurar el futuro político de un círculo en el poder?en principio levanta sospechas de que no solo se trata solo de “defender la soberanía”, sino de negociar la permanencia o impunidad de un grupo con posibles vínculos al narcotráfico o la corrupción. La posible derrota electoral o nuevos procesos judiciales podrían poner en jaque a figuras relevantes del gobierno, lo cual refuerza la teoría de que buscan blindarse con alianzas extranjeras y un discurso antiestadounidense.¿Qué consecuencias enfrenta la población hondureña? Sin duda la afectacion de la lucha contra la corrupcion, el crimen organizado el narco trafico, lo que incrementaria la inseguridad y su economia.Las remesas y programas de apoyo internacional también corren peligro si se deterioran las relaciones diplomáticas, perjudicando directamente a las familias hondureñas de menores recursos.El riesgo de políticas migratorias más duras con deportaciones masivas recae sobre miles de compatriotas en suelo estadounidense.
En conjunto, la posible salida de Palmerola o su uso como ficha de negociación supera el ámbito de las acusaciones de corrupción que detonaron la controversia. Se perfila, más bien, un cambio de eje en la política exterior hondureña, acompañado de un discurso que reivindica la soberanía, pero que podría encubrir intereses particulares y estrategias de poder a largo plazo, así la economia y la seguridad de los hondureños queda supeditad a las maniobras políticas de unos pocos, en un juego geopolítico de alto riesgo que no necesariamente prioriza las urgencias de la población ni la verdadera lucha contra la corrupción.