Tokio y Seúl hacen las paces en una descafeinada reunión del G20

0
1085
EFE/EPA/Eugene Hoshiko / POOL

Nagoya (Japón) – Japón y Corea del Sur se dieron una tregua en su prolongado choque diplomático y comercial con motivo de la cumbre de Exteriores del G20 celebrada hoy en Nagoya, que no deparó ningún avance de relieve para este foro multinacional.

Tokio y Seúl protagonizaron un inesperado acercamiento en sus posturas antes de la cita de Nagoya y durante la misma, aliviando un conflicto que se había extendido al área de defensa y que generaba cada vez más preocupación por el riesgo de desestabilizar la alianza de seguridad trilateral con Estados Unidos en la región.

Los gestos conciliadores de los ministros de Asuntos Exteriores de Japón y Corea del Sur fueron el fruto más destacado de una reunión del G20 adonde algunos de los países clave enviaron a representantes de bajo perfil, y cuya agenda se limitó a respaldar temas previamente acordados en la cumbre de líderes del pasado junio.

UNA DESPEDIDA AGRIDULCE PARA JAPÓN

La reunión de Nagoya pone fin a la presidencia de turno nipona del G20, que cede el testigo a Arabia Saudí tras un año en el que las reuniones del club de los veinte países más industrializados y los emergentes han estado marcadas por las tensiones comerciales entre sus miembros y otras divergencias.

En este contexto, los ministros de Exteriores quisieron cerrar esta ronda de reuniones respaldando la reforma de la Organización Mundial de Comercio (OMC), uno de los pocos puntos donde existe consenso junto a la coordinación de políticas fiscales, que incluirá la futura aplicación de la llamada «tasa digital».

«Debido a que la confianza en los marcos multilaterales se está viendo socavada, el G20 comparte la visión de que la OMC debe ser reformada con urgencia para resolver diferentes asuntos», dijo el ministro nipón de Exteriores, Toshimitsu Motegi, en la rueda de prensa final.

Entre las reformas que apoya la organización mundial creada en 1995 figura la posibilidad de mejorar los mecanismos para resolver las disputas comerciales, una medida que vienen defendiendo EEUU, Japón y otros países para hacer frente a problemas como las prácticas injustas de las que acusan a China.

No obstante, el representante estadounidense en Nagoya fue el subsecretario de Estado, John Sullivan, en lugar del secretario estadounidense, Mike Pompeo, lo que vuelve a poner de manifiesto el desinterés de la Administración de Donald Trump en foros multilaterales como el G20.

Japón logró al menos que el encuentro sirviera para salvar «in extremis» el tratado de intercambio de inteligencia militar con Seúl que iba a expirar el viernes, una medida acogida con alivio tanto por el Gobierno nipón como por Washington.

El canciller nipón y su homóloga de Corea del Sur, Kang Kyung-wha, anunciaron además que preparan una cita bilateral en diciembre entre los líderes de ambos países, Shinzo Abe y Moon Jae-in, que sería la primera en más de un año y depararía otra ocasión para superar sus disputas históricas.

DUDAS EXISTENCIALES EN EL G20

La falta de unidad dentro del club de los Veinte a la hora de abordar desafíos globales como el cambio climático o el auge del proteccionismo quedó expuesta en la cumbre de líderes de Osaka del pasado junio, que se cerró con una declaración conjunta de mínimos tras largas deliberaciones.

La Unión Europea (UE) y países como Francia llamaron entonces a la reflexión sobre la viabilidad de este foro en su formato actual, e incluso plantearon actuar en equipos más reducidos -como el G7 o el propio club comunitario- para lograr avances más ambiciosos en todos los ámbitos.

El actual ministro español de Exteriores en funciones y próximo jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, defendió sin embargo la importancia del G20 para hacer frente a nuevas sacudidas económicas globales.

«El G20 nació entre 2007 y 2008 para dar una respuesta a la crisis financiera, que en aquel momento nos golpeó muy duramente en Europa y en España», recordó Borrell en declaraciones a Efe tras participar en la reunión.

«Ahora que ya estamos constituidos, y que se ven venir problemas otra vez en la economía mundial, es bueno utilizar este instrumento para tomar medidas preventivas», dijo Borrell, quien añadió que el diálogo multilateral «siempre vive momentos de desafío».