Moscú.- Rusia recordó hoy el 45º aniversario del acoplamiento en el espacio de la nave soviética Soyuz 19 y la estadounidenses Apolo CSM-111, uno de los proyectos más emblemáticos de la política de distensión de la pasada década de los 70 entre la URSS y Estados Unidos.
La Soyuz 19, tripulada por Alexéi Leónov y Valeri Kubásov, y la Apolo CSM-111, por Thomas Stafford, Vance Brand y Donald Slayton, se acoplaron sobre el cielo de Alemania el 17 de julio de 1975 a las 16.12 GMT.
«Después de la apertura de las escotillas debíamos con Stafford darnos un apretón de manos para la posteridad. Le estreché la mano y lo halé hacia nuestra nave», recordaría con una sonrisa más tarde en un documental Leónov, el primer hombre en realizar una caminata espacial.
LA CITA ESPACIAL Y EL BRINDIS CON «VODKA»
El cosmonauta (1934-2019) invitó los astronautas de la Apolo a brindar con vodka y les ofreció un tubo en cuya etiqueta se podía leer el nombre de la bebida nacional rusa, que aceptaron sorprendidos, pero se llevaron una decepción.
Leonov, gran bromista, había pegado una etiqueta de vodka a un tubo con «borsch», la típica sopa de remolacha de rusos y ucranianos.
Dos días después, el 19 de julio, las dos naves se desacoplaron, dieron dos vueltas a la Tierra, se volvieron a enganchar y permanecieron ensambladas durante otras dos vuelta al planeta para separarse definitivamente y concluir con éxito un vuelo de prueba que cambió la historia de la conquista del espacio.
UN PROYECTO QUE VENCIÓ LA DESCONFIANZA
La misión Apolo-Soyuz nació de una iniciativa de la NASA que buscaba crear un sistema de rescate de las tripulaciones de las naves espaciales y fue producto de casi tres años de trabajo en los que los especialistas soviéticos y estadounidenses, pese a la mutua desconfianza y los recelos, tuvieron que trabajar codo con codo.
Para conmemorar la efeméride que marcó el comienzo de la cooperación entre los grandes rivales de la carrera espacial, el jefe del programa espacial de vuelos tripulados de Rusia, Sergéi Krikaliov, y la directora de vuelos tripulados de la NASA en Rusia, Tricia Mack, inauguraron hoy en el Museo de la Cosmonáutica de Moscú una exposición dedicada a este hito en el espacio.
«Vemos en esta exposición el nudo de acoplamiento que permitió el ensamblaje de las primeras dos naves. Su desarrollo permitió el acoplamiento de la estación MIR con los transbordadores y la creación de las Estación Espacial Internacional» (EEI), dijo Krikaliov, excosmonauta con seis misiones espaciales en su haber.
Agregó que la actual cooperación entre Roscosmos, la agencia espacial rusa, y la NASA sienta la bases para continuar trabajando conjuntamente «más de allá de la órbita circunterrestre».
«Me refiero a la Luna o Marte. No hay fechas. Casi con seguridad serán vuelos a la Luna, tanto orbitales como a su superficie y a la creación allí de infraestructuras», dijo Krikaliov.
En una declaración publicada en la web de la NASA, su director, Jim Bridenstein, afirmó que el proyecto Apolo-Soyuz fue «algo más que el acoplamiento de dos naves espaciales de distintos países, fue una misión que simbolizó lo que se puede conseguir cuando los países trabajan conjuntamente en aras de un objetivo».
COMIENZOS MARCADOS POR LAS DIFICULTADES
Pero el comienzo de la cooperación espacial entre los dos países no fue nada fácil, y no solo por las diferencias de mentalidad y en organización del trabajo, porque hubo que unificar hasta la terminología.
«Se acordó que el acoplamiento de las dos naves se llevaría a cabo a una altura de 300 kilómetros, pero teníamos distintos modelos matemáticos de la Tierra, y nuestros 300 kilómetros no coincidían con los de ellos», señaló Krikaliov,
El excosmonauta Vladímir Dzhanibékov, que participó el proyecto Apolo-Soyuz, destacó el clima de desconfianza que existía entonces en EEUU hacia los miembros de la delegación soviética, a los que «les registraron secretamente las maletas».
Recordó que los astronautas de la NASA, que usaban paquetes para hacer su necesidades, quedaron perplejos cuando vieron el «baño espacial» soviético, que -dijo- «era elemental: un agujerito y se hacía pis a través de una válvula».
A diferencia de Krikaliov, Dzhanibékov se mostró escéptico sobre las perspectivas de cooperación con la NASA.
«Es difícil trabajar con la NASA. Muy difícil. No creo que vaya a haber buenos proyectos conjuntos», sentenció.