Nicolasa, la indígena mexicana que olvida a diario el nuevo coronavirus

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Fotografía fechada el 24 de julio del 2020 que muestra a Nicolasa Santiago, de 74 años, en su casa en Juchitán de Zaragoza en el estado de Oaxaca (México). EFE/ Daniel Ricardez

Oaxaca – «Hay una enfermedad nueva que está matando a mucha gente y no se puede salir», le repiten cada día a Nicolasa Santiago, una indígena zapoteca de 74 años que padece alzhéimer, una dolencia que adquiere una peligrosa nueva dimensión en tiempos de pandemia.

Hace tres años la mente de la mexicana Nicolasa comenzó a nublarse a causa de esta enfermedad degenerativa. Hoy recuerda con vehemencia episodios de su niñez, juventud y vida adulta, más no lo ocurrido hace apenas unas horas.

Al comienzo de la pandemia mundial del nuevo coronavirus, la Asociación Internacional de Alzhéimer advirtió que los pacientes con este tipo de demencia tienen un alto riesgo de contagiarse.

RUTINAS COMPLICADAS

Nicolasa no es la excepción.

En su casa del municipio de Juchitán de Zaragoza, en el Istmo de Tehuantepec, región del sureño estado mexicano de Oaxaca, su hija y nieta le repiten unas cinco veces al día las razones por las que no debe salir de casa.

Pero tan solo unos minutos después, doña Nicolasa se incorpora de su asiento para dirigirse a la puerta.

«Saldré a ver a mis amigas», les argumenta, en referencia un grupo de ancianas con las que solía juntarse en las tardes para rezar.

Pero inmediatamente la detienen en su lento andar y le dicen: «No se puede salir mamá, tus amigas no salen porque tienen miedo de contagiarse o contagiarte. Es una enfermedad que está matando a los viejitos».

Pese a las explicaciones, Nicolasa acostumbra a preguntar minutos después si puede, por ejemplo, ir a comprar. «Todo está cerrado, mamá», es la escueta respuesta.

Nicolasa tiene una salud frágil y estuvo tres semanas internada en un hospital el pasado noviembre por una infección. Por todo ello, la precaución es máxima y la mujer, peses a sus deseos de salir de casa, pasa la mayor parte de la jornada viendo películas en blanco y negro o leyendo algunos cuentos.

A centenares de kilómetros del Istmo de Tehuantepec, familiares que viven en Oaxaca capital celebran a menudo videollamadas con Nicolasa.

Le piden una tregua al olvido, y al final de las charlas a distancia, le repiten a la mujer constantemente este mensaje: «Nos cuidamos abuelita y tú también cuídate, no salgas por favor a la calle, está esa enfermedad».

RIESGOS EN PLENA PANDEMIA

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en el país hay 1,2 millones de personas con demencia y se estima que para 2050 habrá 3,7 millones de mexicanos con algún tipo de demencia, de ellos 70 % enfermarán de alzhéimer.

Agustín Torres, doctor especialista en Psicogeriatría, explica a Efe que hay preocupación en el sector médico por la alta probabilidad de contagios de SARS-CoV-2 en enfermos de alzhéimer.

El licenciado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente resume los riesgos existentes.

En primer lugar, «un paciente con este tipo de demencia cuenta con más de 60 años de edad y muy probablemente con diabetes, hipertensión o alguna otra enfermedad crónica degenerativa que agravaría los síntomas de la COVID-19», explica.

Y el segundo peligro, agrega, es que un paciente de alzhéimer no entiende su «entorno» ni la nueva realidad derivada de la pandemia.

«No se va a lavar las manos constantemente, por lo que puede contagiar y ser contagiado fácilmente, tampoco comprenderá y acatará el confinamiento y desarrollará crisis de ansiedad o agresividad», dice.

PERDIDA A CORTO PLAZO

En estos tres años desde que la memoria a corto plazo empezó a fallarle a doña Nicolasa, sus familiares han aprendido más del alzhéimer por recomendaciones de los médicos geriatras que tratan a esta mujer.

Pese a sus circunstancias, Nicolasa siempre ha sido un pilar para la familia y, para detener la memoria, que insiste en partir definitivamente, en su casa hay hoy letreros improvisados con hojas de libreta.

«Vivimos en Oaxaca», «no se puede salir», «por favor lávate las manos», seguido de un «Te queremos abuelita», rezan varios de estos mensajes, más importantes que nunca en la crisis sanitaria actual.

El país registra al momento más de 390.000 casos de coronavirus y 43.680 fallecidos -siendo el cuarto país del mundo por cifras absolutas de decesos- y vive desde junio una paulatina reapertura económica pese a que el número de nuevos contagios no ha dejado de crecer.

En Oaxaca, uno de los estados más pobres del país, se reportan según datos oficiales 9.764 casos y 884 fallecidos, aunque en las últimas semanas se ha notado un ligero repunte.

Por el alto número de contagios, la ciudad de Juchitán comenzó el pasado 20 de julio un confinamiento voluntario pero estricto de 10 días. Hoy, las calles se ven mucho más vacías que a comienzos de mes.

En este entorno todavía adverso, el bienestar de Nicolasa pasa por la afectuosa, aunque también estricta, atención de sus familiares. Encargados de inculcarle el popularizado eslogan oficial: «Quédate en casa».