Los Ángeles (EEUU), 27 ene (EFE).- La numerosa comunidad latina de Los Ángeles llora este lunes la muerte de la estrella de baloncesto Kobe Bryant con la pena propia de cuando se trata de un familiar cercano, dado el cariño mutuo patente y que quedó reflejado cuando el jugador de los Lakers aprendió a hablar español.
“Se murió alguien de nuestra familia. No creo que no haya una sola casa de latinos en Los Ángeles donde no haya una foto de él”, dijo a Efe entre lágrimas Eddy Ascencio, de 24 años y uno de los cientos que este lunes se han congregado en las puertas del Staples Center, la casa de los Lakers.
“Esta mañana, cuando desperté, esperaba que todo fuera un sueño y que Kobe estuviera aún vivo”, confiesa este joven de raíces guatemaltecas, mientras pone flores en altares improvisados en los exteriores del coliseo angelino, algunos de ellos de la Virgen de Guadalupe.
Los sentimientos de incredulidad los comparte Ivonne Mendez, una hispana que viajó casi 60 millas (90 kilómetros) desde la ciudad de Riverside para poner una corona en forma de corazón cerca de la foto del jugador y de su hija de 13 años, Gianni, muertos los dos el domingo en un accidente de helicóptero junto a otros siete ocupantes.
Casi sin poder controlar el llanto la mujer dijo a Efe que siguió la carrera de la “Mamba Negra”, como era conocido Bryant, desde que llegó a Los Ángeles y quien logró cinco campeonatos de la NBA.
“Era una inspiración, no solo como jugador, a mi como empresaria me enseñó mucho y creo que para nuestra comunidad latina es una gran perdida”, recalcó la mujer de 59 años.
El vínculo del exjugador de la NBA, y doble oro olímpico (Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y Londres en 2012) se ganó el corazón de los latinos desde que llegó a la ciudad, una relación que según el mismo dijo era un sentimiento reciproco.
“Significan todo para mi”, dijo Kobe en la conferencia de prensa tras su último juego en 2016.
“Cuando llegué aquí esos fans (los latinos) fueron los que me abrazaron más, con mucha pasión, entonces yo les dije, dame dos o tres años y yo voy a hablar un poquito de español”, explicó en ese entonces.
El mexicano Rodolfo García fue testigo de ese respeto que la estrella de la NBA le tenía a la cultura hispana y al idioma español.
El inmigrante es el administrador del restarurante El Camino Real, en la ciudad de Fullerton, donde tradicionalmente el jugador llegaba a deleitarse con la comida mexicana.
“El siempre le decía a sus hijas hablen español, y con nosotros siempre se esforzaba en hablar en nuestro idioma”, indicó García a Efe.
García, quién trabaja desde 1993 en el restaurante especializado en platos mexicanos, cuenta que Kobe llegó al lugar de la mano de su esposa Vanessa, de origen mexicano, y que desde ese momento se volvió asiduo del lugar.
“Era una persona muy sencilla, cuando la gente lo veía les decía déjenme terminar de comer y me tomo las fotos que quieran y así lo hacia, y siempre saludaba a todos”, relata, mientras se le quiebra un poco la voz.
Las tostadas de carne asada era el plato favorito de Kobe, asegura García quien muestra con orgullo una de las primeras fotos que se tomó con el jugador y que guarda como un tesoro.
“Yo lo sentía como un mexicano más, nos va a hacer mucha falta al igual que su hija, que era muy educada y humilde”, añade.
El afecto de la comunidad latina por el exjugador de Los Angeles Lakers incluso llevó a muchos padres a poner el nombre de Kobe a sus hijos, como es el caso de Juan Catalán, de 41 años, quién bautizo a su hijo con el nombre de Carlos Kobe Catalán.
Catalán, llegó ayer junto a su hijo de 9 años, al vecindario de Calabasas, donde el helicóptero en el que viajaba Kobe, su hija “Gigi”, y otros siete pasajeros se estrelló cerca de las 10 de la mañana.
El lugar que aún se encuentra acordonado también se convirtió este lunes en un sitio de encuentro de fanáticos y seguidores del jugaador, que ya piden que el cerro se convierta en un campo santo.
“Cuando termine todo esto tenemos que poner una cruz ahí, y poder recordar su mensaje, porque la Mamba no se detiene”, puntualizó Enrique Acevedo, un seguidor de Bryant que viajó desde Santa Barbara.