La corrupción, una lacra que pareciera nunca será desterrada de Honduras

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El pueblo hondureño se ha manifestado en al calles en contra de la corrupción.

Tegucigalpa.- La corrupción, un flagelo arraigado en Honduras desde hace más de un siglo, sigue siendo una de las principales preocupaciones, junto con el desempleo y la pobreza que afectan a más del 60% de los 9,3 millones de hondureños.

Pero la lacra de la corrupción, que le ha robado cientos de millones de lempiras (moneda nacional) a los hondureños, pareciera que nunca será desterrada por que los corruptos buscan las una y mil trampas legales para seguir en la inmunidad e impunidad.

Cuando en enero de 2016 el presidente hondureño, Juan Orlando Hernández, y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, firmaron el convenio de creación de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (MACCIH), que depende del ente hemisférico, muchos creyeron que al fin habría alguien que frenara sustancialmente a los corruptos.

A casi cuatro años de que la MACCIH se instaló en Tegucigalpa, en abril de 2016, la corrupción sigue galopando en el país centroamericano y tiene, entre otros sectores que abogan porque se vaya del país, a diputados del Parlamento que han sido salpicados por denuncias de corrupción, que están siendo investigados.

HONDURAS ESTARÍA PEOR SIN LA MACCIH

A mediados de octubre, el Parlamento aprobó dos leyes, de las que una, para la oposición política y otros sectores, está propiciando la inmunidad e impunidad, para que los diputados que están siendo investigados se salven de ir a la cárcel en algún momento.

«Con esa ley que recién emitió el Parlamento, la MACCIH no tendría nada que hacer en Honduras, porque las investigaciones en curso, que entiendo andan por 70 expedientes, están en suspenso, y el Ministerio Público no puede interponer requerimientos si antes el Tribunal Superior de Cuentas no emite una opinión de que en este caso particular hay delito o asomo de delitos, y para eso tienen hasta tres años», indicó a Efe el analista Raúl Pineda.

La ley que para muchos estaría favoreciendo la corrupción desde el poder legislativo, ha sido aprobada cuando restan pocas semanas para que se venza el convenio de creación de la MACCIH, en enero de 2020, sin que hasta ahora se conozca si el Gobierno lo renovará.

Pineda, abogado y exdiputado por el gobernante Partido Nacional, dijo que «hay que renovar el convenio con la MACCIH con la esperanza por que la Corte Suprema de Justicia, por su Sala Constitucional, declare la inconstitucionalidad de esa ley o que el Congreso haga una reforma en el sentido de determinar que el Ministerio Público pueda hacer su trabajo».

El analista considera que la MACCIH tiene dos problemas: está condicionada a lo que diga el fiscal general (Óscar Chinchilla), sin poder tomar iniciativas para presentar requerimientos, y con la ley recién aprobada, ni la Misión, ni la UFECIC (Unidad Fiscal Especial Contra la Impunidad de la Corrupción), que depende del Ministerio Público, tienen sentido de existir.

«Yo creo que la MACCIH) no hizo su trabajo completamente, pero estaríamos mucho peor sin la MACCIH», recalcó Pineda.

ABOGAN PORQUE LA MACCIH SE QUEDE

En medio de la crisis política y social que Honduras vive desde el golpe de Estado del 28 de junio de 2009, al entonces presidente, Manuel Zelaya, por promover reformas constitucionales que la ley no le permitía, que se agudizó por el «fraude» que la oposición aduce hubo en las elecciones generales del 26 de noviembre de 2017, en las que fue reelegido Juan Orlando Hernández, la mayoría de los hondureños apuestan por la continuidad de la MACCIH en el país.

Así lo revelan varios sondeos y organizaciones de sociedad civil que consideran que el trabajo de la MACCIH debe seguir, porque, aunque con pocos casos, ha puesto en evidencia a una clase política corrupta que desde hace muchos años ha vivido bajo el paraguas de la inmunidad e impunidad.

EN HONDURAS HAY MUCHA CORRUPCIÓN

El jueves, el Centro de Estudio para la Democracia (CESPAD, privado), presentó los resultados de una encuesta hecha en octubre en Tegucigalpa y San Pedro Sula, las dos ciudades más importantes del país, que revela que el 87 % de los hondureños cree que en su país hay «mucha corrupción», y que este flagelo ha inundado todos los espacios de la vida política e institucional.

«La imagen de los ciudadanos sobre las instituciones del Estado, los políticos y aún de las entidades de sociedad civil misma, es que están muy asociadas a la corrupción y son víctima fácil y cómplices de las prácticas del crimen organizado y el narcotráfico», subraya el estudio del CESPAD.

Esta misma semana, el canciller hondureño, Lisandro Rosales, instaló en Washington, con el secretario general de la OEA, la mesa de evaluación de la MACCIH.

Al respecto, el presidente Hernández dijo que espera tener en los «próximos días», a más tardar en diciembre, los resultados de la evaluación de la MACCIH.

Hernández subrayó que su Gobierno y la OEA «evaluarán un proyecto de cuatro años de alta envergadura en base a los objetivos que se plantearon de los logros y aprendizajes para ver cómo mejoramos».

En Honduras la opinión generalizada es que, la corrupción, a lo largo de la historia del país, le ha robado a los hondureños millones de lempiras que se dejaron de invertir en educación, salud, arte, cultura, reducción de la pobreza y obras de infraestructura, entre otras obras de beneficio colectivo.

Esa pobreza que afecta a más del 60 por ciento de los 9,3 millones de hondureños es visible en cualquier punto del país.

A pocos kilómetros de Tegucigalpa, camino hacia la ciudad de Danlí, oriente del país, Juana Leticia Vázquez, a orillas de la carretera, relató a Efe que sobrevive con la venta de bananos, tortillas de maíz y algunas golosinas, en un predio que es «área verde», del que teme que la saquen «cuando amplíen la carretera».

Vázquez, quien es madre de cuatro hijos que le han dado cuatro nietos, y vive en un remedo de casa de adobe, dijo a Efe que por las noticias sabe «que hay corrupción» y que eso «afecta a los pobres».

«Le pido al señor presidente, Juan Orlando, que nos ayude, porque somos pobres, que nos ayuden en conseguir un terrenito para hacer una casa propia, porque aquí donde estamos es área verde y dicen que van a arreglar la calle y nos van a sacar de aquí», señaló Vázquez.

Mientras relataba parte de su vida y agradecía a Dios «por la vida, fortaleza y el pan de cada día», dos de sus nietos, un niño y una niña, jugaban y le alegraban el rato a su sufrida abuela, que subsiste con 100 lempiras diarios que gana (cuatro dólares) por la venta de bananos, tortillas de maíz amarillo y golosinas. EFE