Lima – El Binacional, flamante campeón de la Liga 1 peruana, ha ratificado con este título su fulgurante trayectoria, pues fue fundado nueve años atrás y hace tan solo dos militaba en la Copa Perú, un torneo no profesional que disputan cada año más de 30.000 equipos de todo el país.
El equipo originario de Desaguadero, localidad ubicada a orillas del lago Titicaca, en la frontera de Perú con Bolivia, ha sido la gran revelación del fútbol peruano en estos dos últimos años.
De ganar la Copa Perú en 2017 pasó en su estreno en la primera división a clasificarse para la Copa Sudamericana y el próximo año jugará la Libertadores con su vitola de campeón.
El Poderoso del Sur se ha hecho un hueco en tiempo récord entre los grandes del fútbol peruano como Sporting Cristal, Universitario y Alianza, al que le ganó la final de la liga al endosarle un 4-1 en el partido de ida y perder por solo 2-0 en la vuelta.
A la final llegó como campeón del Torneo Apertura y, de no ser por los puntos extras que se llevó Sporting Cristal por el torneo de reservas, también habría quedado primero de la clasificación acumulada de la temporada (Apertura y Clausura), lo que demuestra que ha sido el equipo más regular gracias a las siguientes claves:
1.- EL FORTÍN DE JULIACA
Desde esta temporada Binacional juega sus partidos de local en el estadio Guillermo Briceño, de Juliaca, a unos 3.800 metros de altitud, lo que ha sido fundamental para que solo perdiera un encuentro en su feudo en toda la temporada, una plaza donde la mayoría de sus rivales sufren de hipoxia (falta de oxígeno).
Allí Binacional juega arropado por su afición, ha calado entre los seguidores de Puno, una región que no tenía un equipo en la máxima categoría nacional desde 1991 con el Alfonso Ugarte y los Diablos Rojos. Hasta entonces disputaba sus encuentros de local en ciudades de regiones vecinas como Arequipa e incluso Moquegua.
2.- UN EQUIPO DE DESCARTES
Gran parte del plantel del Binacional está conformado por jugadores descartados por otros clubes, pero que en este equipo del altiplano se han sabido entender para formar un sólido bloque y volver a destacar cuando ya pocos apostaban por ellos.
El caso más representativo es el del centrocampista colombiano Donald Millán, de 33 años, al que Binacional rescató después de que Real Garcilaso lo marginase sin que llegase a jugar. El volante terminó como el segundo máximo goleador de la liga, con 23 tantos.
3.- MOSQUERA Y EL LEGADO DE ARCE
La buena sintonía de los jugadores del Binacional tiene origen en Javier Arce, el entrenador que llevó al equipo celeste a conquistar el Torneo Apertura con una primera mitad de año pletórica en la que firmó doce triunfos.
Todo parecía indicar que Binacional perdería fuerza con la salida de Arce por desencuentros con el presidente del club, pero entonces llegó Roberto Mosquera, uno de los entrenadores más valorados en Perú, que supo mantener el nivel del equipo gracias a su paso por equipos similares en Bolivia como Jorge Wilstermann y Royal Pari.
4.- EL POLÉMICO ESTRENO DEL VAR
El VAR se usó por primera vez en la liga peruana en el partido de ida de la final entre Binacional y Alianza, con una polémica intervención en la que se determinó la expulsión del jugador visitante Anthony Rosell por un pisotón, aparentemente sin intención, sobre el tobillo del delantero Aldair Rodríguez.
Con la altura a su favor y un jugador más sobre la cancha, Binacional arrasó a Alianza, que comenzó ganando por 0-1 pero que acabó derrotado por 4-1, un marcador que casi definió la final para su rival.
5.- LA MUERTE DE VERGARA
Solo seis días antes del primer partido de la final, Binacional se conmocionó por la repentina muerte del centrocampista Juan Pablo Vergara, de 34 años, tras un accidente de tráfico en el que también se vieron involucrados los colombianos Millán y Jeferson Collazos, que resultaron heridos con algunas contusiones.
La partida inesperada de Vergara fue un plus de motivación para los jugadores del Binacional, que dedicaron al futbolista fallecido los cuatro goles anotados en el encuentro de ida, así como el éxito final tras el partido de vuelta, con sus manos señalando al cielo ni bien sonó el pitido final del árbitro.