Considerado uno de los parlamentos más cuestionados de la historia reciente de Honduras, el Congreso Nacional presidido por Luis Redondo representó un costo aproximado de 6 mil millones de lempiras al erario público, una carga significativa para las finanzas del Estado si se contrasta con los escasos resultados legislativos obtenidos durante los cuatro años de mandato.
Sueldos elevados, subvenciones ampliamente criticadas y una notoria falta de sesiones marcaron el desempeño del Poder Legislativo, que enfrentó constantes señalamientos por la baja ejecución de proyectos y los conflictos internos entre las distintas bancadas, factores que terminaron afectando la agenda parlamentaria y la aprobación de iniciativas clave.
Uno de los datos más contundentes de este Congreso, que concluirá funciones el próximo 27 de enero con la toma de posesión presidencial, es la mora legislativa acumulada: más de 1,800 proyectos quedaron engavetados, dejando fuera de discusión temas prioritarios para la sociedad hondureña y reforzando la percepción de improductividad que ha acompañado a este período legislativo.
