Saira y Matías hondureños que triunfan con la ciencia en el exterior

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Tegucigalpa – Cada día unos 300 hondureños emigran, legalmente o no hacia EE.UU., Canadá y Europa dispuestos a trabajar en lo que sea para mejorar sus condiciones de vida. Y aunque todos parecen tener un destino parecido, hay excepciones, como Saira Reyes Zelaya y Matías Funes Maldonado, quienes persiguen sueños científicos que en su país serían inalcanzables.

Ellos siguen los pasos de destacados científicos hondureños que trabajan en laboratorios, universidades, empresas de alta tecnología y centros de investigación en varios continentes.

Entre esos científicos, los jóvenes hondureños que estudian en el exterior destaca como referencia Sir Salvador Moncada, quien reside en Londres; Premio Príncipe de Asturias de las Ciencias (1990) y miembro de la Royal Society, del Royal College of Physicians y la Academy of Medical Sciences, entre otras instituciones.

Saira y Matías no se conocen entre sí y aunque ambos emigraron bajo condiciones diferentes, coinciden en subrayar que la posibilidad de que los estudiantes universitarios hondureños reciban una formación actualizada en ciencias y tecnologías sólo es posible fuera de su país, teniendo a su alcance el conocimiento generado en otras partes del mundo.

LA VIOLENCIA OBLIGÓ A LA FAMILIA DE SAIRA A IRSE A EEUU

A raíz de la violencia criminal que desde hace muchos años sufre Honduras, los padres de Saira, y sus otras dos hijas, mayores, Paola y Patricia, decidieron irse a EE.UU. a buscar protección, lo que les cambió la vida sorteando muchos obstáculos.

«En 2009, cuando yo estaba en cuarto grado, por motivos de la violencia criminal en Honduras mi familia se tuvo que mudar aquí a los Estados Unidos», comenzó relatando Saira a Efe en el campus de la Universidad de Princeton, donde estudió, becada, ingeniería química y se graduó en mayo con altos honores (Magna Cum Laude).

En Nueva Jersey, Saira estuvo a punto de ser descendida, igual que su hermana Paola, al grado inferior, aduciendo las autoridades del centro al que iban a estudiar, que «por ser de Honduras» su educación no estaría «al mismo nivel de los otros estudiantes», dudando además de su inglés.

No sabían en la nueva escuela de Saira, que ella venía de un centro bilingüe en su natal ciudad de El Progreso, en el norte de Honduras, donde además de haber aprendido un buen inglés, «era una alumna que su promedio de calificaciones oscilaba entre el 98 y 100 por ciento», relataron orgullosos sus padres a Efe.

Tampoco sabían que aquella niña había aprendido «a leer a los tres años en los prospectos de las medicinas», mientras jugaba en una farmacia de sus padres en El Progreso.

Cuando Saira finalizó su primaria en el Lincoln School, de Lyndhurst, Nueva Jersey, en 2013, fue con altos honores y su nombre, grabado en una placa, encabeza, desde entonces la lista del mejor alumno de toda la institución a partir de ese año.

En su último año de primaria, Saira, con su alto perfil educativo que le respaldaba y después de «tomar un examen y varias entrevistas», aplicó para continuar su secundaria en una institución especial, el Bergen County Technical High School, en Teterboro, Nueva Jersey, donde al graduarse, con otra estudiante, asiática, fueron las dos mejores de su promoción.

En el último año de secundaria aplicó a varias universidades y al menos seis, muy reconocidas, quisieron tenerla como alumna, pero su preferencia siempre fue Princeton, la otra que le abrió las puertas.

Saira indicó que antes de graduarse en Princeton tenía asegurado un empleo en la compañía farmacéutica Adimab, con sede en New Hampshire, donde comenzó a trabajar a mediados de julio y prevé estar dos años, para seguir luego con un doctorado afín a su carrera, en la que fue buscando espacios desde la secundaria.

MATÍAS Y SU SUEÑO DE ESTUDIAR EN EUROPA

Matías Funes Maldonado, quien no se fue de Honduras por la violencia criminal, dijo a Efe en comunicación telefónica desde Oslo, Noruega, que cuando estudiaba su secundaria en Honduras soñaba con ser ingeniero químico, «graduado en Europa».

Al final, se graduó en 2005 de ingeniero químico en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (Unah), pero un día, en su último año, en uno de los pasillos de la máxima casa de estudios vio «un boletín con información sobre universidades de Suecia», aunque a él le hubiera gustado, por su carrera, irse a Alemania, aunque el idioma resultaba ser como «una barrera».

Matías, hijo de Amanda Maldonado, farmacéutica, y del escritor, docente universitario y excandidato presidencial Matías Funes, ya fallecido, luego de que se graduó decidió «trabajar al menos dos años para adquirir alguna experiencia», lo que le llevó a trasladarse a San Pedro Sula, en el norte de Honduras, sin renunciar a su idea de irse a estudiar a Europa, pagándose sus estudios.

En San Pedro Sula consiguió trabajo con la empresa Finotex, donde Matías resalta que tuvo «muy buen trato y buen salario», y que sus ejecutivos le animaban a que no cesara en su sueño de seguir estudiando en el exterior. Al tercer año, luego de un convenio favorable con la empresa, dio el salto a Suecia, donde entre 2009 y 2011 obtuvo una maestría en química orgánica, en la Universidad de Uppsala.

Al igual que en Honduras, Matías siguió con excelentes calificaciones en Europa, donde su siguiente destino fue Oslo, aprovechando una oportunidad que se dio y una recomendación de uno de sus maestros en Suecia.

Con un doctorado en química, casado y con dos hijos, Matías trabaja actualmente en Oslo con la empresa General Electric Healthcare, en la que es parte de un equipo de científicos que producen medios de contraste para utilizar en tomografías y resonancias magnéticas, entre otras, para la detección de tumores.

Saira y Matías no se plantean regresar a Honduras, lo que lamentan, pero su país no les ofrece lo que han alcanzado en el exterior a fuerza del estudio diario, con altas calificaciones. EFE