Pekín – Las relaciones entre Pekín y Washington alcanzaron hoy preocupantes máximos de deterioro, con el cierre del Consulado de EEUU en la ciudad de Chengdu, en respuesta a la clausura el jueves del chino en Houston, en una espiral a la que los expertos no ven salida hasta pasadas las elecciones norteamericanas.
Más de 35 años después de su apertura, la sede consular estadounidense en Chengdu, ciudad suroccidental y capital de la provincia de Sichuan, arriaba la enseña del país norteamericano a las 06.18 horas locales (22.18 GMT del domingo), en unas imágenes retransmitidas por la televisión estatal china CCTV.
Pocas horas después, a las 10.00 locales (02.00 GMT) la legación cerraba y funcionarios chinos tomaban posesión de las instalaciones, según confirmaba el Ministerio de Asuntos Exteriores, entre una nube de curiosos que se acercaron a presenciar el momento, mientras unos operarios cubrían el nombre del consulado en el muro exterior con una gran placa blanca.
DIPLOMÁTICOS SALEN DE NOCHE PROTEGIDOS POR UN CORDÓN POLICIAL
Desde el domingo se había cortado el tráfico en los alrededores del Consulado y la Policía desplegó durante el fin de semana estrictas medidas de seguridad para prevenir incidentes.
La televisión estatal mostró también hoy imágenes de funcionarios estadounidenses abandonando el Consulado durante la noche protegidos por un cordón policial, y de grúas transportando contenedores y camiones de mudanza frente a su entrada principal.
Desde que el Ministerio de Exteriores anunció el cierre de la legación el pasado viernes y dio 72 horas a su personal para abandonarlo -el mismo plazo fijado por Washington en Houston- no se han producido incidentes reseñables, salvo el de una persona que entonó el sábado a sus puertas una canción nacionalista china y otra que hizo estallar petardos un día antes.
Hoy, una vez que la Policía retiró las barreras tras el control de las dependencias por parte china, varias personas se acercaron a hacerse fotos y vídeos frente al Consulado y un hombre se plantó ante sus puertas e hizo sonar el himno nacional chino con su teléfono móvil, según los medios locales.
El Consulado de EEUU en Chengdu fue inaugurado en 1985 por el entonces presidente Ronald Reagan, y en él trabajaban unas 200 personas -150 de ellas empleados locales- que cubrían el Tíbet y otras regiones del suroeste de China, de acuerdo con su página web.
Se desconoce cuántos funcionarios estadounidenses se encontraban actualmente en la legación ya que los diplomáticos de Washington fueron evacuados del país asiático cuando comenzó la pandemia del coronavirus.
LA PRENSA OFICIAL CHINA LLAMA A AUMENTAR EL ARSENAL NUCLEAR
La crisis de los consulados, último jalón de la tensión creciente entre ambas potencias mundiales desde el pasado abril -cuando el coronavirus comenzó a asolar EEUU- ha llevado sus relaciones a uno de sus peores momentos en décadas.
Viene a sumarse al intercambio de acusaciones por el origen y gestión del coronavirus, la guerra tecnológica y comercial, a los reproches de Washington por la nueva ley de seguridad para Hong Kong o por la situación de los derechos humanos de las minorías musulmanas en la región noroccidental china de Xinjiang.
Un deterioro que la prensa oficial china se encargaba de comentar hoy profusamente con llamamientos a que las empresas se preparen para un empeoramiento de las relaciones o incluso a incrementar el arsenal nuclear del gigante asiático.
El influyente director del diario oficial Global Times, Hu Xijin, instaba en la red social Weibo (el Twitter chino) a fabricar nuevos misiles nucleares una vez que el país «afronta desafíos de seguridad sin precedentes por parte de Estados Unidos».
«Que China tenga un más potente arsenal nuclear es el instrumento multiplicador más importante para mantener la arrogancia americana bajo una línea de seguridad. Nada es más efectivo», escribía Hu en un mensaje de Weibo.
Un editorial del mismo diario instaba al mundo a no «dejarse secuestrar por los dementes dirigentes políticos estadounidenses» que «empujan las relaciones con China hacia una nueva guerra fría».
Otro artículo consideraba «previsible que en los próximos meses las relaciones económicas entre ambos países se enfrenten a desafíos mayores» ya que «será inevitable» que el deterioro de las relaciones políticas «se extienda a la economía y la cooperación comercial».
La agencia de noticias estatal Xinhua daba cuenta de un encuentro internacional el domingo en el que expertos chinos y de otros países advertían de que las relaciones afrontarán un «peligro extremo» en los próximos tres meses hasta las elecciones presidenciales de EEUU en noviembre.
«La administración Trump lanzará probablemente más agresiones para forzar a China a responder», afirmaba Xinhua citando a varios de estos analistas, ya que «pretenderá distraer la presión interna por su gestión del coronavirus y otros problemas del país» y azuzar el «enemigo exterior» para incrementar sus posibilidades de reelección.
EL DISCURSO DE POMPEO MUESTRA QUE «NO HAY VUELTA ATRÁS»
Una opinión, en la que coinciden los expertos consultados por Efe, especialmente tras el discurso del pasado viernes del secretario de Estado de EEUU, Mike Pompeo, en la Biblioteca Richard Nixon de Yorba Linda, al este de Los Ángeles.
Una intervención en la que Pompeo empleó la retórica de la guerra fría y habló de China como una amenaza existencial para la economía, la libertad y la democracia en el mundo, al tiempo que instó a crear una alianza occidental para plantar cara a Pekín.
«Si leemos el discurso de Pompeo está claro que no hay vuelta atrás. Estados Unidos se enfila claramente a una confrontación con China», considera el profesor español Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China.
A su juicio, es «previsible que en los próximos meses la tensión vaya en aumento o incluso que se produzca algún episodio de cierta gravedad».
En este sentido, cita la reciente decisión de China de situar al cuerpo de guardacostas del país bajo el control directo de la Comisión Militar Central, lo que indica que Pekín considera que se puede producir algún tipo de conflicto en el Mar del Sur de China.
«No quiero decir que pueda haber una guerra, ni mucho menos, pero sí un episodio de tensión que permita a Trump demostrar su firmeza frente a China», dice y prevé, en cualquier caso, que los próximos meses «van a ser muy complicados».
Ríos considera que incluso si Joe Biden se impone a Trump en noviembre, «nada volverá a ser igual que antes» ya que «estas diferencias estratégicas no tienen vuelta atrás», aunque reconoce que el equipo del candidato demócrata «apuesta claramente por reducir la tensión con China e incluso por reforzar la cooperación en algunos ámbitos de interés global».
«Hay una tendencia de fondo en las relaciones bilaterales que apunta a un incremento de la confrontación», afirma, aunque no cree que Pekín ayude a Trump a ganar las elecciones y pone, como ejemplo, que las compras agrícolas chinas a EEUU -que mejorarían las opciones del candidato republicano en los estados rurales del país- se encuentran por debajo de lo prometido en la primera fase del acuerdo comercial. EFE