Julieta Castellanos cuestiona los hechos del 9 de marzo: ¿Sabotaje electoral o advertencia política?

0
181

Tegucigalpa – El proceso electoral en Honduras parecía transcurrir sin mayores riesgos, pero el 9 de marzo quedó marcado por una jornada atípica que generó dudas sobre la estabilidad democrática del país, advirtió este lunes la socióloga Julieta Castellanos.

La interrogante más inquietante persiste: ¿hubo un intento deliberado de boicotear el proceso electoral?

Según Castellanos, aunque las elecciones no se vieron completamente frustradas, los eventos ocurridos ese día evidenciaron fallas logísticas y revelaron patrones que podrían apuntar a una posible maniobra de sabotaje.

Desde la madrugada, múltiples centros de votación reportaron la falta de material electoral, lo que generó retrasos e incertidumbre entre los votantes. A las 10:00 a.m., se descubrieron autobuses cargados con cajas de material electoral estacionados durante horas en zonas como la colonia El Hogar y Miraflores, sin la seguridad necesaria. Este hallazgo fortaleció la hipótesis de que alguien buscaba impedir el desarrollo normal de la jornada.

El silencio de los colectivos de Libertad y Refundación (Libre) resultó llamativo. A pesar de estar informados, su respuesta fue tardía y limitada. Mientras tanto, las principales fuerzas políticas ya perfilaban sus posibles victorias.

En Libre, Rixi Moncada parecía tener asegurado su triunfo; en el Partido Nacional, Ana García buscaba consolidar su liderazgo; y en el Partido Liberal, las encuestas favorecían a Salvador Nasralla, aunque se cuestionaba si su base de apoyo se movilizaría en unas elecciones primarias.

Los resultados oficiales revelaron datos interesantes. Libre afirmó haber crecido un 52 %, pero los números mostraron un aumento de apenas 103,662 votos respecto a 2021.

En departamentos clave como Francisco Morazán y Cortés, el partido gobernante fue ampliamente superado por el bipartidismo tradicional. Kilvet Bertrand (PN) y Alberto Avilés (PN) obtuvieron más marcas que Hugo Noé Pino, el candidato con mayor respaldo de Libre en Francisco Morazán. En Cortés, Luis Redondo tampoco alcanzó las cifras de Armando Bardales (PL).

Las cifras dejaron en evidencia una realidad incómoda para el oficialismo: el crecimiento de Libre no fue tan contundente como se intentó hacer ver. Algunos sectores del partido consideraron los resultados predecibles, mientras que otros los vieron como una afrenta. La reacción fue inmediata: descalificaciones, ataques y una narrativa de victimismo en lugar de una aceptación serena de los hechos.

Sin embargo, la pregunta persiste: ¿hubo un intento deliberado de boicotear el proceso electoral?

Una de las teorías apunta a la posibilidad de anular el proceso y judicializar a las consejeras del Consejo Nacional Electoral (CNE), argumentando presuntos actos de corrupción.

Otra hipótesis sugiere que el Ministerio Público, al negarse a enviar fiscales para supervisar el recuento, podría estar allanando el camino para declarar fallido el proceso y prolongar el actual periodo electoral por dos años. Esto abriría la puerta a la reelección de Manuel Zelaya Rosales, expresidente y actual asesor presidencial.

En un país donde la política se maneja con acuerdos ocultos y negociaciones bajo la mesa, cualquier teoría resulta verosímil. Lo cierto es que el tiempo revelará la verdad. Sin embargo, una cosa es clara: Honduras necesita reformas electorales profundas para fortalecer su democracia. Si la ciudadanía no exige cambios, los políticos no lo harán por voluntad propia. Es momento de despertar, concluye la analista en su escrito.