Tegucigalpa – La Iglesia Católica y su feligresía conmemoran este Viernes Santo el drama de la Pasión y Muerte de Jesucristo, una jornada marcada por el recogimiento, la reflexión y la fe, donde la cruz se presenta como símbolo universal de esperanza y salvación.
A lo largo del país, miles de católicos participaron en actividades como el Viacrucis, dramatizaciones y actos litúrgicos solemnes que evocan el camino de Jesús hacia el Calvario, su crucifixión y muerte. Esta fecha central en la Semana Santa es un llamado al recogimiento interior y a la contemplación del misterio de la cruz.
El Evangelio según San Juan es el centro de la liturgia del día, ofreciendo una mirada profunda y simbólica del sacrificio de Cristo. En su relato, se destaca a Jesús como Rey, Sacerdote, Templo y Cordero inmolado. La narración también recuerda a la Virgen María, presente junto a la cruz, cumpliendo su papel como Madre de la humanidad.
Durante esta jornada no se celebra la Eucaristía. Los altares permanecen desnudos y los ministros ingresan en silencio, vestidos de rojo, símbolo del martirio. La ceremonia comienza con una postración ante el altar, reflejo de penitencia y súplica.
El rito litúrgico consta de cuatro partes: la Entrada, la Liturgia de la Palabra, la Adoración de la Cruz y la Comunión. Cada momento resalta la entrega de Cristo por la humanidad y renueva el llamado a la conversión, al perdón y a la esperanza.
La Adoración de la Cruz, uno de los momentos más significativos, permite a los fieles venerar el madero en el que Cristo fue crucificado. Finalmente, aunque no se celebra una nueva consagración, los fieles pueden comulgar con el Pan reservado del Jueves Santo, como expresión de comunión con el sacrificio de Jesús.
El Viernes Santo es, para millones de creyentes, una jornada de profundo significado espiritual que recuerda el amor y la entrega total de Cristo, e invita a los fieles a vivir con renovada fe el misterio de la redención.