Cardenal Rodríguez expresa su pesar y esperanza cristiana tras la muerte del Papa Francisco

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Tegucigalpa –El cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga expresó este lunes su profundo pesar por la muerte del Papa Francisco, a quien describió como “un ser muy querido” y “un ejemplo de entrega y trabajo incansable por la Iglesia”. Sin embargo, también manifestó una profunda esperanza cristiana, al considerar simbólico que su fallecimiento haya ocurrido durante la Pascua de Resurrección.

“Ahora estaba preparando un mensaje para felicitarlo por la Pascua… pero resultó ser la Pascua eterna”, compartió conmovido Rodríguez desde España, donde se encuentra y desde donde viajará para participar en las honras fúnebres del pontífice.

El cardenal resaltó la figura del Papa Francisco como un pastor cercano, incansable en su misión y profundamente espiritual. “Lógicamente hay un gran pesar, porque el corazón humano siempre siente la separación de un ser querido. Y el Santo Padre Francisco ha sido un ser muy querido para mí”, expresó. Añadió que “también hay un sentimiento de esperanza, porque el Santo Padre muere en la Pascua, que es todo un signo. Él entregó su vida como Jesús y creemos que ya resucitó con Él en la vida eterna”.

Rodríguez compartió que su relación con el Papa Francisco trascendía lo institucional. “Era mi amigo”, dijo. “Nos comunicábamos por cartas, por teléfono… y muchas de nuestras reuniones eran en su pequeño despacho de Santa Marta, en un clima de confianza y espíritu de familia”.

Recordó con especial afecto su última conversación con el Papa en octubre de 2024, al cierre del Sínodo. “Era un ejemplo de trabajo. Lo recibía a uno a las 7:30 de la mañana, algo inusual en Roma. Su jornada comenzaba temprano, siempre dedicada a la oración y al servicio”.

Al referirse al cónclave que eligió al Papa Francisco en 2013, el cardenal hondureño reflexionó: “Yo quisiera que todas las elecciones del mundo fueran como un cónclave: sin propaganda, con oración y discernimiento. Fue un regalo de Dios para la Iglesia”.

Finalmente, Rodríguez subrayó que la muerte del Papa Francisco deja un gran vacío, pero también una huella imborrable. “Su humildad, su cercanía y su compromiso con los más pobres quedarán como un legado imborrable. Su partida no es un final, sino una Pascua eterna”, concluyó.