Tegucigalpa.- La reciente petición del gobierno hondureño a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para extender nuevamente el memorando de entendimiento sobre la instalación de la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (CICIH) ha sido interpretada por analistas como una maniobra desesperada y sin verdadera voluntad política.
Para el abogado y analista político Oliver Erazo, este nuevo intento representa “la última manotada de ahogado” de una administración que, según él, nunca tuvo intención real de cumplir su principal promesa de campaña: establecer una comisión internacional contra la corrupción.
Erazo fue contundente en sus declaraciones, calificando la solicitud del Ejecutivo como “un barniz de esperanza” creado únicamente para sostener el discurso político. “Es otra maniobra para seguir engañando al pueblo. Desde un inicio, la CICIH fue utilizada como anzuelo electoral, no como un compromiso institucional serio”, afirmó.
El abogado sostiene que la falta de avances no se debe a obstáculos técnicos ni a la ONU, sino a una ausencia total de voluntad política tanto en el partido de gobierno como en la oposición. “La CICIH no les conviene. No es prioridad ni para quienes están en el poder ni para quienes fingen hacer oposición”, sentenció.
Además, advirtió que esta nueva gestión podría ser utilizada como justificación en caso de una eventual derrota electoral en los comicios del próximo 30 de noviembre. Según Erazo, si el oficialismo pierde, culpará a la nueva administración por no continuar el proceso. Pero si logra reelegirse, retomará la misma promesa incumplida: “En este nuevo período, ahora sí instalaremos la CICIH”.
La CICIH fue anunciada en 2022 como parte de un acuerdo formal entre el gobierno de Xiomara Castro y la ONU, generando altas expectativas sobre un combate frontal contra las redes de corrupción enquistadas en el Estado. Sin embargo, desde entonces, el memorando de entendimiento ha sido prorrogado en cuatro ocasiones, sin que se concreten resultados ni avances tangibles.
Para analistas como Erazo, este patrón de dilaciones no solo revela una falta de compromiso, sino también un uso estratégico del tema para fortalecer el discurso populista, evitando al mismo tiempo cualquier costo político real. “Al final, la carta enviada a la ONU no tiene otro destino más que el archivo”, concluyó.