Tegucigalpa.- El partido en el poder, Libertad y Refundación (Libre), continúa enfrentando sus propios demonios, marcados por escándalos de corrupción, el polémico “narco video”, profundas fisuras internas tras las elecciones primarias, la imposición del pensamiento único y, ahora, la dimisión de su Tribunal de Honor. Este órgano, marginado y sin respaldo partidario, optó por renunciar luego de que sus fallos incomodaran a diputados, alcaldes, regidores y funcionarios públicos.
La mística de Libre, que alguna vez se presentó como un referente de ética en la política, se ha ido desdibujando rápidamente, hasta el punto de perder el “norte ético” que alguna vez definió su ideario partidario.