Tac, tac, tac

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EFE/Enric Fontcuberta/Archivo

Barcelona – Decididamente es otro deporte. Escuchar el tac, tac, tac de los toques del balón; los gritos pidiendo un pase tras un desmarque o los del portero ante un balón aéreo es una experiencia que no se había contemplado nunca en un partido europeo en el Camp Nou.

Hacía nueve meses, desde noviembre de 2019, que no se jugaba un partido de fútbol de la Champions en el Camp Nou; la ida ante el Nápoles se disputó hace más de cinco meses y ahora todo es diferente.

Las gradas están vacías, el palco semivacío, la tribuna de prensa casi desierta y conseguir una acreditación para el partido, un ejercicio prácticamente imposible.

380 personas es el aforo máximo que ha determinado la Conselleria de Sanitat de la Generalitat para esta noche, 90.000 menos que en un partido de Champions en el coliseo barcelonista.

Las indicaciones para los medios llegan 24 horas vía ‘whatsapp’. Dos días antes los periodistas han tenido que firmar una declaración responsable y más que a cubrir un partido de octavos de Champions parece que se trata de una reunión internacional del más alto nivel con unas medidas de seguridad extraordinarias.

No son válidos los pases de aparcamiento de temporada; solo se puede entrar al Camp Nou por un acceso determinado, que es diferente al que se debe acudir para recoger la acreditación.

Un guardia de seguridad, lista en mano, da el ok. No es la entrada a un club selecto, es el acceso al Camp Nou. El Centro de Acreditación, que en partidos de este calado está abierto todo el día, se abre cinco horas antes.

Para entrar en el mismo es obligatorio el uso de mascarilla. De allí sales con una acreditación y una pulsera identificativa. El siguiente paso es esperar en el acceso 15 a que un empleado del club recoja a los periodistas, pero no a todos a la vez.

Los radiofónicos acceden 90 minutos antes del partido; los fotógrafos, una hora; y los de prensa escrita 45 minutos. Justo medias después del partido, los representantes de los medios tendrán que abandonar el estadio.

La jornada no tiene nada que ver con la vivido tantas noches europeas en el Camp Nou. Dice Gennaro Gattuso, el técnico del Nápoles, que el fútbol sin público no es fútbol y que el confinamiento ha creado un deporte distinto. Tiene razón.

Suena el himno de la Champions, suena el silbato del turco Cüneyt Çakir, suena el tac, tac, tac con los toques del balón, suena «el mía» de los porteros, pero decididamente sin espectadores en la grada, no parece fútbol, sino un videojuego que se desarrolla en una pantalla enorme, gigantesca. EFE