Literatura hondureña también se ve afectada por crisis provocadas por políticos

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1 nov (EFE).- Las crisis que han creado los políticos hondureños en los últimos diez años también afecta en gran medida a la industria del libro, un sector que sobrevive casi de milagro en un país donde, además, su gente lee muy poco.

«A veces los políticos no se dan cuenta cómo afecta todo el desarrollo de un país las crisis en las que ellos nos meten, las ambiciones de ellos. Sus abusos afectan toda la dinámica de un país», dijo a Efe en Tegucigalpa Isolda Arita, directora de la Editorial Guaymuras, una de las más importantes de Honduras.

Pero además de causar daño a la sociedad en general, cada crisis que crean los políticos arrastra a la industria del libro, a las editoriales, que también se ven afectadas por el encarecimiento de materiales básicos como el papel, con incrementos de hasta el cien por ciento, agregó.

DAÑOS A LA INDUSTRIA DEL LIBRO

El sector editorial también enfrenta situaciones adversas como el incumplimiento de leyes locales o convenios internacionales de los que el país es suscriptor, para el fomento de la lectura.

«Hay una ley que dice que los libros tienen dispensa de precios pero no se cumple, los materiales que se necesita para editar un libro son caros y sujetos a la inflación como cualquier otro, por eso los libros son como artículos de lujo», enfatizó Arita.

Guaymuras, que en 2020 cumplirá 40 años de fundación, figura entre una decena de editoriales y librerías que participan en la Primera Expo Feria «Juntos Educamos», que se celebra en Tegucigalpa auspiciada por la Cámara Hondureña del Libro con el fin de aportar soluciones a los desafíos que enfrenta la educación, mediante la promoción de programas y políticas de fomento a la lectura.

Con la Expo Feria, que fue inaugurada el jueves en el Instituto Hondureño de Cultura Hispana y finalizará mañana, el gremio de los editores y libreros se ha reactivado luego de estar «un poco alicaído, como todo en Honduras, a raíz de tanto problema de todo tipo», expresó Arita.

NIVELES BAJOS DE LECTURA

En su opinión, Honduras necesita otro tipo de incentivos, como atraer la atención sobre otros problemas más allá de los de tipo político, en un país que «tiene un problema educativo muy serio, que de alguna manera se refleja en los niveles de medición que se hacen a nivel internacional».

Sondeos de entes internacionales indican que muchos hondureños evidencian niveles bajísimos de lectoescritura, con un consumo de libro percápita de los más bajos de América Latina.

Un estudio de 2017 del Centro Latinoamericano del Libro señala que en producción de libros Honduras es el penúltimo país, superado solamente por Nicaragua.

«La cadena de libros en Honduras muestra indicadores realmente preocupantes, que no lo fuera tanto si uno no supiera que esto está ligado con los bajos niveles educativos y la falta de oportunidades de la población para acceder a productos culturales», recalcó la directora de Guaymuras.

Señaló además que la Expo Feria también tiene como objetivo despertar en la sociedad hondureña el interés por leer más para superarse y que la lectura no sea vista solo como una tarea del colegio y la escuela.

CIERRES DE BIBLIOTECAS

«Está más que probado que un pueblo lector es un pueblo más proclive a la democracia, al diálogo, al escrutinio de sus autoridades porque tiene elementos de juicio que le permiten tener un criterio mucho más preciso, más acorde con principios, con valores, que son los que dan la lectura y el acercamiento a otro tipo de conocimientos», indicó Arita.

También señaló que la crisis política y social que arrastra el país desde el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 al entonces presidente hondureño, Manuel Zelaya, cuando promovía reformas constitucionales que la ley le impedía, ha afectado mucho al sector del libro y las editoriales porque las prioridades están orientadas hacia lo inmediato, a apagar el fuego de una u otra crisis.

La visión estratégica en cuanto a educación, a formación humana, se está dejando de lado todo el tiempo y esto también ha provocado un deterioro de las políticas públicas que deberían estar fomentando la lectura a nivel nacional.

Arita recordó que en 2004, por ejemplo, el Estado tenía una política pública de fomento a la lectura y a las bibliotecas públicas y comunitarias, lo que permitía que los libros estuvieran al acceso de la población.

Pero con lo que ha venido ocurriendo en los últimos diez años, con un país que viene de crisis en crisis en lo político, social y económico, y los cambios de visión en cuanto a lo que es gobernar, en Honduras se están cerrando bibliotecas comunitarias y municipales que venían funcionando bien.

Antes, señaló Arita, la Secretaría de Educación tenía una política clara de bibliotecas de aula, que eran bibliotecas escolares donde el niño podía consultar, leer y disfrutar sus libros, pero eso también ha venido cerrando, en parte por falta de cooperación internacional.

«Al no haber cooperación para eso, el Estado no pinta nada y esto está llevando a una visión equivocada, a que ahora en las escuelas, por muy rurales que sean, lo que necesitan es conexión a Internet, como que si eso va a solucionar el problema serio de no poder entender lo que se está leyendo», apostilló.