Las banderas blancas, símbolo del hambre, empiezan a asomarse en Guatemala

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Una mujer con tapabocas posa junto a una tela blanca que colgó en su casa, en Ciudad de Guatemala (Guatemala). EFE/ Esteban Biba

Guatemala- Las banderas blancas, símbolo del hambre, empiezan a ondear en algunas fachadas de hogares en Guatemala por falta de alimentos, tras casi 40 días en cuarentena a causa de la penetración del coronavirus en el país centroamericano.

La crisis derivada de la pandemia ha profundizado la angustia de la mayoría de la población, en un país en el que más del 60 por ciento de los 16 millones de habitantes viven en condiciones de pobreza y uno de cada dos niños sufre de desnutrición, según datos de organismos internacionales.

La bandera blanca es el último recurso de las familias. Colgarla en la fachada de sus hogares como pedido de auxilio por alimentos es la esperanza final a la que se aferran los guatemaltecos en tiempos difíciles y sin ingresos por la cuarentena implantada el 15 de marzo por las autoridades.

EL CORAZÓN DE AYUDAR

Para Miriam Sotoj no fue fácil decidir colocar una bandera blanca en la fachada de su humilde casa de un solo ambiente, con apenas un televisor y sin más electrodomésticos, en la colonia Reformita, al sur de la capital guatemalteca, una de las áreas más sórdidas de la ciudad.

Una amiga suya, al ver las condiciones en las que se encontraba, le sugirió que colocara una bandera blanca afuera de su casa como señal de que se necesita de víveres y alimentos, un movimiento que ha tomado fuerza en los últimos días en Guatemala.

«Tenía miedo de qué fuera a pasar y la puse hasta el viernes pasado. Ese día nadie llegó pero el sábado vino una señorita que me trajo una libra de arroz, una de sal y una de café. Al rato llegó otra mujer con más víveres y el domingo llegó un vecino con más comida. Dije yo, gracias a Dios, al menos ahora tenemos algo», narra Sotoj a la Agencia Efe.

Sotoj tiene tres hijos: dos niños de 13 y nueve años y una nena de nueve. Antes de que su amiga le recomendara poner la bandera, estaba al borde del colapso, como reconoce, pues «ya no tenía nada».

«No tengo trabajo pues hago limpieza en casas y ahorita nadie me llama (por poco más de tres dólares al día), ni tenía alimentos. Ya solo me quedaban dos sobres de fideo y una libra de papas y nada más, ni para tortillas tenía», contó.

Su exmarido no se ha reportado desde diciembre con apoyo económico y debe librar esta batalla contra el hambre sola, con un derrame cerebral a cuestas que le hizo perder el equilibrio y la sensibilidad en el lado izquierdo del cuerpo y tres menores que educar, criar y atender.

La misma amiga que habló con ella antes del colapso publicó sus datos en una página de la red social Facebook de vecinos de la colonia Reformita y la ayuda continuó. El miércoles pasado recibió 50 quetzales (poco más de seis dólares) de un señor que, dice, apenas tiene para sobrevivir, por lo que le conmovió «ver el corazón de ayudar de las personas».

CADA VEZ MÁS BANDERAS

Así como Miriam Sotoj, otras casas en la misma colonia y en todo el país comienzan a ondear banderas blancas por la misma necesidad creciente de alimentos.

En el centro histórico de la capital del país centroamericano, María Paula Alvarado, de 83 años de edad, trabajadora domiciliar, también recurrió a esta iniciativa particular para salir adelante.

«Me duele la mano y ya no me dejan salir por la edad, pues tengo más de 60 años», lamenta.

Además de la cuarentena, que se empezó a aplicar en Guatemala el 16 de marzo, tres días después de haberse confirmado el primer caso importado de coronavirus, el Gobierno decretó un toque de vespertino desde el 23 de marzo.

Ahora, con 384 contagios confirmados, 11 fallecidos por la COVID-19 y 30 recuperados, sin la posibilidad de transitar entre departamentos en la región central del país y con la economía prácticamente detenida, personas como María Paula han quedado desamparadas.

Otra vecina en Ciudad de Guatemala en situación similar es Rosa Santizo, quien le menciona a EFE que ha sido «muy bendecida» por el auxilio obtenido con la bandera blanca.

«Ahora que llegó la ayuda de algunas personas, decidí compartir con mi hermana, que es sorda, y con mi vecino de la esquina que está en cuarentena y tiene a su esposa y dos hijos», aseguró.

Santizo vive de ventas de comida: antojos guatemaltecos como ‘chuchitos’ (tamales con salsa de tomate) o ‘rellenitos’ (una masa de plátano azucarado rellena de frijol endulzado), «pero ahorita nadie quiere nada. Todo mundo está encerrado. Nunca nos hemos quedado sin comer, pues hemos sido bendecidas por Dios y hasta nos ha permitido compartir lo poco que nos llega», asegura.

BANDERAS Y CAJAS DE ALIMENTOS

Además de la bandera blanca, en Guatemala se ha popularizado con la pandemia el uso de otras colores para pedir ayuda a la comunidad, como la roja que es para los adultos mayores que necesitan medicamentos o víveres; la negra para denunciar la violencia machista a una mujer; la amarilla en caso de niñez maltratada o la azul para hombres violentados.

El Gobierno de Guatemala, por su parte, comenzó a distribuir la semana pasada cajas de alimentos, con 36 libras de diversos productos, que canaliza a través del Ejército, y que hasta este viernes ha alcanzado a más de 700.000 personas según las mismas autoridades, con un total de 112.337 paquetes otorgados a familias necesitadas. EFE