La COVID-19 ha frenado la inmigración latinoamericana a España, pero volverá

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EFE

Viena– La inmigración latinoamericana a España, sobre todo procedente de Colombia y Venezuela, ha caído hasta casi cero en los últimos meses por el coronavirus, aunque todo indica que se reactivará en cuanto se levanten las restricciones contra la pandemia.

Así lo asegura Michael Spindelegger, el director general del Centro Internacional para el Desarrollo de Política Migratoria (ICMPD), en una entrevista concedida este lunes a Efe en Viena.

España registró en marzo pasado un 23,4 % de todas las solicitudes de asilo en la Unión Europeo, y en abril ese dato se redujo al 0,6 %, «lo que se debe a la interrupción del tráfico aéreo internacional», destaca el exministro de Exteriores austríaco.

SUBIDA DEL 220 %

Entre los años 2017 y 2019, el número de solicitudes de asilo en España ha subido un 220 %, hasta 117.800, destaca Spindelegger, un crecimiento que se debe sobre todo a la llegada de colombianos y venezolanos.

Solo el año pasado, de Colombia y Venezuela se registraron en España más de 77.000 solicitudes de asilo, 70 veces más que en 2015.

Los ciudadanos de esos dos países latinoamericanos no necesitan visado para viajar a la UE, llegan en avión y piden asilo una vez en España, recuerda Spindelegger.

«Pero con el final de las restricciones (contra el virus) también se eliminarán las restricciones de viaje y volverán los vuelos de larga distancia», asegura.

«Con ello, los números (de solicitudes) volverán a subir, es una evolución clara para nosotros, que no solo afectará a España», agrega Spindelegger, responsable de este organismo internacional, formado por 18 países europeos.

«Creemos que en el futuro eso cambiará, simplemente porque España no tendrá más capacidades de acogida, ni en el mercado laboral. Por eso, los refugiados se repartirán más por toda Europa», vaticina.

NUEVO PACTO MIGRATORIO

Por otra parte, el responsable del ICMPD se muestra «optimista» sobre las perspectivas de éxito de un nuevo pacto migratorio que pretende presentar la Comisión Europea después del verano.

Según adelanta Spindelegger, la propuesta parece incluir la creación de centros de análisis rápido para determinar «cerca de las fronteras» exteriores de la UE si un inmigrante tiene o no posibilidades de recibir asilo en un país europeo.

«Y cerca de las fronteras significa en Italia, Grecia o España», señala el exministro de Exteriores.

«Todos (los países de la UE) están insatisfechos con la situación actual. Eso es la base para cambiar algo», asegura en referencia a los Estados que más inmigrantes reciben y a otros que son muy reacios a recibirlos, como los del Este de Europa.

48 HORAS

Con estos nuevos centros de análisis rápido, siguiendo un modelo aplicado por Suiza que analiza en 48 horas las posibilidades de asilo para los migrantes, la UE pretende reducir el número de llegadas, explica el jefe de ICMPD.

En caso de alcanzar un acuerdo a nivel político de aquí a fin de año -bajo la presidencia alemana de la UE- se podría crear las bases legales el año siguiente y lanzar luego un proyecto piloto para ver si el número de llegadas migratorias baja realmente.

Al mismo tiempo, Spindelegger reconoce que las ONG humanitarias son escépticas ante esta propuesta, ya que temen que se acabe socavando la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados.

Sin embargo, recuerda, más de la mitad de las personas que piden asilo en Europa en estos momentos acaban siendo rechazadas, sin derecho a pedir protección.

EL PROBLEMA DEL REPARTO

Otro problema, vaticina el exministro austríaco, es que la propuesta comunitaria podría volver a incluir algún tipo de reparto de migrantes, algo que no ha funcionado en el pasado.

Llegar a un acuerdo en ese ámbito, por ejemplo a través de una nueva definición de solidaridad, será clave para alcanzar un consenso a nivel europeo.

«Algunos acogerán a refugiados y otros harán aportes financieros, por ejemplo en países de tránsito como Marruecos y Túnez, o en países de origen. Eso podría ser una propuesta que se podría acordar», concluye Michael Spindelegger. EFE