Funerarias piden ayuda mientras los féretros esperan ser cremados en Bolivia

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Foto cortesía el clarín

La Paz– Funerarias en emergencia, hospitales en colapso y cadáveres a la espera de su turno para ser cremados, esa es la situación que vive una región boliviana ante el aumento de muertes y contagios por la COVID-19.

Representantes de las funerarias de Cochabamba protestaron este martes con sus coches fúnebres en el centro de esa ciudad boliviana, pidiendo mayor espacio en los cementerios para enterrar a los fallecidos, como también que se habilite un nuevo horno crematorio.

El presidente de la Asociación de Funerarias de Cochabamba, Juan Carlos Orellana, dijo a Efe que la situación de ese gremio es crítica, ya que no encuentran espacios para incinerar a los muertos y en muchas ocasiones les toca a ellos «embalar» los cuerpos en las bolsas de cadáveres para trasladarlos.

«Nuestro pedido primordial es que las entidades correspondientes se encarguen de embalar los cuerpos, que se habilite otro horno crematorio y que haya un cementerio COVID-19 o más espacios para enterrarlos», manifestó.

Al día recibe hasta cinco cuerpos y a veces ya no hay espacio para que sean cremados, por lo que debe devolver el fallecido a la familia.

«A la familias les decimos que tengan paciencia para enterrar a su ser querido y los cuerpos deben ir a los domicilios por unos cinco a ocho días», enfatizó.

En la región de Cochabamba hay dos hornos crematorios, uno en la ciudad del mismo nombre y otro en la vecina Sacaba, por lo que gestionan con la Alcaldía el funcionamiento de otro para abastecer la demanda en la capital cochabambina.

Este pasado lunes trabajadores del Cementerio General de Cochabamba se declararon en emergencia y pidieron que se les hagan pruebas rápidas de la COVID-19, ante la muerte de uno ellos, y cerraron las puertas del camposanto, mientras algunas familias esperaban con el ataúd en la calle.

En tanto, el director del Servicio Departamental de Salud de Cochabamba, Yercin Mamani, indicó que hay al menos sesenta muertos en distintos hospitales que aún no son enterrados o cremados, según publica el periódico cochabambino Opinión.

A esta situación se añade el colapso de hospitales que se encuentran saturados, con bajas del personal de salud por contagios de coronavirus y el pedido de equipamiento de bioseguridad.

El hospital Solomón Klein, uno referente para tratar los contagios en ese departamento, está a punto de declararse «en desastre» ante la falta de insumos, recursos humanos y medicamentos.

Ante este panorama, Cochabamba volvió a la cuarentena rígida esta semana, que se extenderá hasta el próximo 10 de julio, y se realizan rastrillajes casa por casa para detectar contagios.

Este departamento tiene 184 fallecidos y 3.501 casos positivos, de los 1.071 decesos y 32.125 contagios confirmados en el país. EFE